Al Bocha, siempre en presente

Por Marcelo Félix Solís.

Seres tan maravillosos, como polémicos, los dioses del Olimpo del Rock Nacional no cesan en su marcha permanente hacia la inmortalidad… y mirá cómo será su aguantadero, que lo consiguen.

La seguidilla de aventuras cotidianas reconvertidas en anécdotas, hacen a lo rico de la existencia. La sustancia misma del ser un verdadero rocker. Pero, sobre todo, hay que ser muy hombre para bancar la carga del ojo permanente sobre la conducta y el efecto que genera el ser como uno tiene ganas.

A veces, en la escena aparecen héroes. Y en el caso de Alejandro Sokol, nuestro notable paisano, ése héroe tuvo y tiene alas. Las alas que le dio su respeto por el disfrutar el presente y beberse la vida de a sorbos largos.

Esas mismas extensiones que lo llevaron a sobrevolar terrenos, escenarios y lugares como un planeador etéreo, ésa escurridiza saeta que parece que no está, pero que sigue estando.

Hoy planea entre partituras, voces quebradas, amaneceres tardíos y, siempre al ritmo de su muy personal impronta, genera hacia el resto.

Parece que fue ayer cuando se fue.

Parece que fue ayer cuando lo vimos volar.

Una broma macabra del destino, lo hace más inmortal que nunca y detiene el tiempo de forma mágica. Estamos diez años más viejos, acá. Y él, eternamente joven, nos sigue desde allá.

Cuantas músicas han quedado. Que maravilloso es perpetuarse en unan obra inconclusa; un hecho que se da sólo en algunos pocos elegidos. Entre esos elegidos están Luca, Gustavo, Miguel, Federico… y Alejandro.

Hay quienes hablan de herencias y legados, acá me gustaría que hablemos de presente. Porque partió, pero está; casi como una broma de su humor flashero y que nosotros nos creímos a regañadientes.

Sumo, Sumito, la Hurlingham, Las Pelotas, El Vuelto… donde uno revise, lo encuentra. Lo encuentra en su voz gastada a gusto, en su particular coreografía, en la alegría que transmite el escucharlo siempre, en ese refugio que ofrece desde su arte:

«… Muchos mitos, existen acá… muchas sombras, te seguirán… alguien llama y no estás… en la tormenta te cubrirás…» (Muchos Mitos – Las Pelotas), letra que marcó un antecedente satírico durante una época insana, a la que su amigo Ricardo bautizó «La era de la Boludez»; ahí está su voz para retratarla… ahogarla en un grito… Y viniendo de quien no sabía de su reconversión a mito urbano, lo mínimo que debemos exigirnos desde nuestro lugar es escuchar y digerir errores propios y ajenos.

Es amigo, padre, músico, referencia, hombre. Aprovecha en cada nota su oportunidad de crecer y hacer crecer al resto.

Diez años, sabemos que para el poeta veinte no son nada; desde ahí, suponemos que seguro en la mitad todavía somos menos.

Pero El Bocha sigue persiguiendo su norte, todavía desafía las alturas y está bien que lo haga, si nosotros tuviéramos un toque de su magia y su locura, seguramente trazaríamos la misma ruta.

Desde Córdoba, lugar de Altas Cumbres y cóndores fantásticos, emprendió su despegue a la historia sin final.

Cuando uno quiere saber de él, ya sabe dónde encontrarlo, demasiadas músicas nos acercan, y si no; fíjate lo que te dejó el que te dije:

«… Si caminas y no llegas, igual sabes que yo te espero. Y si volvés a despertar, vas a tener al sol de nuevo…» (Cría de Lobos – El Vuelto S.A.)

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