Alberto Samid, El Rey de la carne: ¿Qué pretende usted de mí?

Nada en la vida de Samid puede pasar sin un contexto estrafalario. Más allá del truchismo que rodea su actividad comercial, es un mediático innato. Todo en su vida es espectacular, en el sentido literal del adjetivo. Y en ese espectáculo se suma un capítulo más: Alberto Samid está preso.

El Tribunal Oral en lo Penal Económico lo condenó a cuatro años de prisión efectiva. Una causa por asociación ilícita y evasión que comenzó en 1996 es la que dejó al “Rey de la carne” tras las rejas. El perjuicio al Estado ronda los 28 millones de pesos.

 

Por José Luis Soria.

 

¿Qué pretende usted de mí? La frase que inmortalizó Isabel Sarli en la película Carne, bien puede estar en boca de Alberto Samid, el Rey de la Carne, que fue apresado en el Caribe, acusado de asociación ilícita y evasión. «Si se presenta Stornelli yo me entrego», bravuconeó el matarife antes de que Interpol lo descubriera y se procediera a una detención cinematográfica. Su traslado a Tribunales rodeado de medio centenar de policías, escoltado por media docena de móviles blindados tuvo a Patricia Bullrich en un papel destacado. Tal vez ella y los cerebros de la creative force de Cambiemos habrán especulado que apresar a un personaje con la fama de Samid serviría de entretenimiento para los ciudadanos, y fundamentalmente ejercería como un efecto de distracción en medio de una andanada de malas noticias. Pero el affaire Samid, no solo no logró ocultar la malaria económica sino que a varios les llamó la atención semejante despilfarro de recursos para apresar al Turco Samid en Belice, y luego armar un desproporcionado operativo para controlar a un tipo de 71 años que se agita cuando sube tres escalones, cuando el mismo gobierno dijo no tener plata para trasladar detenidos desde Ezeiza a Dolores en la causa que lleva Alejo Ramos Padilla.

También llamó la atención que Samid termine preso acusado de formar parte de una asociación ilícita para cometer un delito que ya prescribió. Justifican la pena en el hecho que Samid es considerado un evasor consuetudinario y además por no haberse presentado en tiempo y forma ante la justicia. Los mismos delitos y la misma conducta que otros personajes, (muchos de ellos parte del gobierno macrista) que además han evadido y evaden sumas de dinero notoriamente superiores.

Pero en lo que sí acertó el gobierno fue en la idea de que el caso podía ser un entretenimiento, porque Alberto Samid es un showman y su vida, en sus diferentes facetas, termina siempre siendo un reality.

A Alberto Samid se lo recuerda transpirado en la pista de Bailando por un sueño de Marcelo Tinelli, programa del que se fue luego de un enfrentamiento verbal con la jurado Nacha Guevara, pero su imagen más «exitosa» fue cuando le surtió algunos cachetazos en vivo y en directo a Mauro Viale, allá por el año 2001.

Algunos más memoriosos retienen su imagen desaforada, con la camisa abierta, repartiendo piñas a diestra y siniestra él solo contra cinco, en la platea de la vieja cancha del Gallito, en carácter de presidente del Deportivo Morón. Otra refriega memorable fue en el Mercado de Hacienda de Liniers, cuando se lo vio soportando insultos, escupitajos y empujones, por pretender romper el paro de los ganaderos contra el gobierno de Néstor Kirchner.

Llegó a ser el presidente del entonces poderoso Partido Justicialista de Morón, en tiempos Juan Carlos Rousselot como intendente.

Antes, con Antonio Cafiero de gobernador, Samid fue diputado provincial por el PJ y su nombre apareció involucrado en los medios periodísticos en una denuncia por robo de ganado. Mientras ocupó su banca tuvo varios pedidos de desafuero, acusado por más de 15 delitos. Hacía ya una década que había armado su emporio cárnico y su amistad con Carlos Menem estaba en su mejor momento, lo que otorgó una sólida cobertura, hasta que el riojano decidió alinearse a EEUU en la primera Guerra del Golfo, entonces Samid se rebeló y anunció que donaría 140 toneladas de carne para alimentar a los iraquíes. Allí se pudrió la relación con el menemismo.

Mantuvo un histórico enfrentamiento con Felipe Solá, desde los tiempos en que fue Ministro de Agricultura y Ganadería con Cafiero y luego cuando se ocupó del mismo rubro en la Nación con rango de secretario durante el menemato. Fue en esa época que el gobierno denunció al Turco Samid de liderar una asociación ilícita que había desviado impuestos por un total de 88 millones de pesos/dólares de esa época.

El periodista Nelson Castro quiso desenmascarar a Samid en un reportaje en Radio Mitre: «Dicen que usted es un evasor» le apuntó y el matarife contratacó: «También se dice que usted es puto».

Decíamos que Samid es considerado un evasor consuetudinario. Un artículo de Matías Longoni en revista Anfibia recuerda que su frigorífico de Cañuelas llegó a ser administrado por una decena de sociedades diferentes en las que él nunca figuraba y que alcanza con recorrer algunas de las tantas sucursales de su carnicería La Lonja (una de ellas ubicada en Rubén Darío) y ver si alguna entrega factura por comprar allí, además de, según comprobó la AFIP- de no haber ningún empleado registrado.

En otros tiempos, cuando, según él, sufría amenazas y la justicia ya estaba tras sus pasos, colgó una bandera que cubría los paredones que forman la ochava de Avenida de Mayo y Azcuénaga, de Ramos Mejía. Ahí está su casa y en furiosas letras rojas, sobre fondo blanco, la bandera rezaba «Yo vivo acá», con signos de admiración.

Ahora, más viejo y más cansado, cambió de actitud y en lugar de que lo vengan a buscar, prefirió refugiarse en el exterior. Cuando el pasado miércoles declaró ante el Tribunal Penal Económico 1, explicó por qué se fue del país: «un señor me dijo que estaba en el horno. Entré en situación de pánico, me peleé con mi familia y me tomé unas vacaciones (…) Uno y se equivoca a los 20 años y también se equivoca a los 70″ y agregó «Pido disculpas si dije cosas que no eran» pero enseguida ensayó una defensa desopilante. «A mí me tienen que dar una medalla porque hace 50 años que trabajo por el país. Soy solidario en mi barrio, fui boy scout, bombero voluntario, presidente de Morón, vicepresidente del Mercado Central, congresal nacional y provincial de mi partido» y finalmente se victimizó: «Esta es una causa política, no jurídica. Yo soy oposición de este gobierno. Quieren disciplinar con causas judiciales». Faltó que le preguntara al tribunal: «¿Qué pretenden ustedes de mí?».

Esa denuncia presentada en 1996 que durante dos décadas gateó por oscuros vericuetos judiciales acorraló a Samid, pero con suerte para él, la Justicia le pide que devuelva sólo 23 millones de pesos. Una ganga, que de no haber mediado su rebeldía con fuga caribeña, la podía haber sorteado en libertad, y evitado, además, que la troupe de Patricia Bullrich armara el circo que armó. Ahora el Tribunal lo condenó a cuatros años de prisión efectiva. Un capítulo más en el reality Samid. Falta que Caetano y Ortega lo sumen al elenco de El Marginal.

 

 

EPÍGRAFE: Samid con su esposa Marisa Scaraffía, con el monumento a la vaca de fondo, que él instaló en La Matanza / Foto Alejandro Moritz

 

 

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