Cambiemos, lealtades y principios

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Por Rody Rodríguez.

El 17 de octubre de 1945 es considerada la fecha de nacimiento del peronismo. Y el 12 de octubre se cumplieron 100 años de la asunción como presidente de la Nación del radical Hipólito Yrigoyen, siendo el primer elegido por el voto obligatorio, secreto y universal.

Innumerables coincidencias unen a ambos movimientos que protagonizaron la historia argentina del último siglo. Puntos en común basados en el origen popular, en sus políticas de Estado destinadas a la protección de los más humildes, en la defensa de la soberanía nacional, en tener a la oligarquía como enemigo, entre muchas otras.

El radicalismo hizo pie desde su origen en 1891, en la moral, en la ética, en la defensa de la República, principios que se expresan en «La profesión de fe doctrinaria», que es el credo político de la UCR. Son principios democráticos y republicanos, principios que abrazan «la causa de los desposeídos», principios y convicciones que parecían inalterables: «que se rompa pero que no se doble», dijo Leandro Alem y su frase quedó para los tiempos en la marcha radical que ya muy pocos recuerdan.

Fueron esos principios los que defendió Raúl Alfonsín hasta el fin de sus días, y lo transformó en el último líder radical con arraigo popular.

Y así como los principios fueron la razón de ser de la UCR, la lealtad fue para el peronismo el valor supremo del movimiento inspirado por Juan y Eva Perón. Lealtad a los trabajadores, a los cabecitas negras. Lealtad al concepto de que primero está la Patria, luego el movimiento y por último los hombres. Lealtad a una doctrina que quiere una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

En la alteración de esos valores puede entenderse la crisis de representatividad de ambos partidos.

La UCR pisoteó los principios sobre los que construyó su historia y el peronismo hizo de la lealtad solo una efemérides para que algunos recuerden el 17 de octubre.

«Cambiemos» parece ser la indicación de estos tiempos y entonces principios y lealtades se cambian por oportunismos, por conveniencias, por egoísmos…

Son muchos los que aun diciéndose radicales hacen oídos sordos aquella frase «principista» de Alfonsín (Raúl, obviamente) que decía «nuestro límite es Macri, porque es la derecha». Mientras son muchos los que aún se dicen peronistas y dejaron de honrar a los que en la gesta del 17 de octubre pusieron las patas en la fuente y prefieren defender a los que metieron las manos en la lata.

Claro que en uno y otro lado, con sus más y sus menos, hay excepciones. Hay todavía quienes piensan que la contradicción (que muchos años atrás algunos radicales señalaron como «fundamental») se sigue dando entre el pueblo y el anti pueblo y que la lucha hay que darla contra “la minorías defensoras de los privilegios” como decía Yrigoyen, para poder gobernar procurando la felicidad del pueblo para hacer grande a la patria, como señalaba Perón.

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