Le pegaron por negarse a salir de testigo

le pegan por no querer ser testigo
José Castiglione iba a su trabajo. Una patrulla de la comisaría 1ª de Hurlingham lo golpeó y lo llevó por la fuerza. La víctima los denunció por violencia institucional. Los efectivos habían apresado a dos jóvenes que iban en una moto y tenían marihuana.

José Leonardo Castiglione se negó a ser testigo de un procedimiento donde la policía secuestró marihuana a dos jóvenes y pagó las consecuencias de la peor manera posible: los efectivos lo esposaron, los tiraron al piso, le pusieron un arma reglamentaria en la cabeza, y luego le aplicaron la técnica de tortura conocida como «plaf plaf» (golpes en las orejas). La paliza siguió luego en la Comisaría  1ª de Hurlingham.

Según consignó el periodista Jesús Abelardo Cabral para el diario Tiempo Argentino, José, de 37 años, salió de su casa de William Morris subió al tren y bajó en la estación Hurlingham. Caminaba por Jauretche hasta el cajero del Banco Galicia para chequear si le habían depositado el sueldo y luego tomarse el colectivo de la línea 237 para ir a su trabajo en José León Suárez, cuando vio que dos patrullas detenían en la plazoleta de la estación a dos muchachos que iban en una moto. Los policías le dieron la voz de alto y les ordenaron que pusieran las manos sobre el móvil. Los palparon de armas les preguntaron si tenían algo. Los jóvenes respondieron que tenían «porro».

«Yo miraba todo porque estaba a unos cinco metros. Cuando pusieron la droga secuestrada sobre el patrullero, el oficial me gritó ‘che negro, vení acá’. Les pregunté por qué me hablaba de esa manera y le dije que como funcionario público debía tener respeto hacia los ciudadanos. Después le recriminé al oficial que estaba a cargo del procedimiento que su compañero era muy agresivo. Entonces me empezaron a pedir que saliera de testigo a punta de escopeta y yo les dije que no porque llegaría tarde al trabajo», recuerda José.

Castiglione trató de explicarles que no podía ser testigo porque tiene antecedentes por robo y tiene libertad condicional. Eso agravó la situación. Lo rodearon y le torcieron los brazos hacia atrás, mientras él se resistía diciéndoles que estaban procediendo mal. «Un oficial mayor tiro la escopeta adentro del patrullero y me subieron a la fuerza con uno que es robusto. Yo sabía que me iban a pegar, cuando se dan cuenta que el arma estaba donde estaba yo, un policía se la pasó a otro y ese me apuntó estando esposado y arriba del patrullero. Le dije que tenga cuidado porque me podía pegar un tiro, pero sólo me insultaba», contó el hombre.

Los efectivos pidieron refuerzos y fueron dos patrullas más, que también subieron a la plaza. Cuando bajaron comenzaron a preguntar qué pasaba, y un oficial les dijo que Castiglione «se hacia el loco» hablando de sus derechos. «Me pegó con las manos abiertas y cerradas en los oídos, se sentó al lado mío y empezó a decirme ‘la concha de tu madre negro de mierda’. Yo le contesté que si me quería pegar que lo hiciera, pero que no insultara más a mi mamá. Me di cuenta que buscaba que yo lo agrediera, para luego justificar la paliza”.

En el momento en que llegaron a la comisaría le pegaron más golpes de puños en el estómago, en los riñones, y en los oídos. Luego lo llevaron al cuerpo médico que trabaja en conjunto con la seccional. Allí, Castiglione le manifestó todos sus dolores. Lo revisó un clínico y le  dijo que no podía escribir en el acta sobre lo que él le decía, sino sobre lo que como médico percibía. Finalmente lo llevaron otra vez a la seccional y, cuando se retiró, un policía muy irónicamente le soltó: «Que seas un criminal no significa que seas un marginado.»

«Hasta hoy no entiendo qué me quiso decir», concluye Castiglione, que hizo la denuncia en el Patronato de Liberados y en la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin).

José Leonardo Castiglione estuvo 16 de sus 37 años preso en distintas cárceles de la provincia por robos. Entre rejas estudió teatro con Cristina Banegas. «Conozco bien a José y es una excelente persona. Dicté un taller en la unidad 48 de San Martín y él es uno de mis mejores estudiantes. Es un muchacho que se ha esforzado y hoy hace mucho por los demás. Capacité a él y a otro estudiante, y de ahí salió la obra ‘El Acompañamiento’ que fue presentada en varios lugares con un gran éxito», recordó la actriz.

El hombre vive con su señora y sus cuatro hijos en William Morris. Allí asisten a los chicos en la “Casa Das Artes” que ellos mismos fundaron. Con la ayuda de otros vecinos realizan talleres de arte, música, magia, literatura, poesía, manualidades, y danzas. «Sé que he cometido errores en mi vida, pero todo ser humano se equivoca. De algún modo logré comprender que los chicos de las barriadas están en peligro. Pienso que haciendo eventos culturales y artísticos los pibes pueden tomar un mejor camino. No es necesario que las personas pasen por las cárceles para que puedan tener acceso a la educación, es injusto», explica José. (Fuente InfoNews).

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