Los casos de violencia de género en Hurlingham

 

femicidio

Verónica, Gabriela, María Lucía,  Romina y Daniela  son historias de dolor, indignación y bronca

Cuando aún no se disipó el espanto de la masacre en la que Diego Loscalzo mató a su pareja Romina Maguna y a cinco familiares más, la violencia de género no deja de ser noticia. Todavía no apareció el asesino de María Lucía Argüello, degollada en diciembre pasado. Hace unos días murió Verónica Poggi que había sido arrojada desde la terraza por su marido Gustavo Huerta. Verónica que estaba embarazada, luego de la caída, ocurrida en enero, alcanzó a dar a luz a su bebé, que murió a poco de nacer. Mientras que el pasado 24 de marzo, en Villa Club, Nahuel Rodríguez molió a golpes a su ex mujer Gabriela Romero, con la que tiene dos hijos. Rodríguez, luego de violarla la desfiguró a trompadas, provocándole serias lesiones. Quedó viva de milagro.

El 5 de mayo otra víctima se sumó a la lista, Daniela Barrionuevos lo había denunciado, pero también lo había perdonado. Esta vez, luego de asfixiarla su verdugo se quitó la vida.

 

Por GABRIELA CHAMORRO

 

Verónica, Gabriela, María Lucía, Romina, Daniela …

No son sólo cinco nombres.

Son cinco  historias cercanas, cinco historias recientes, que todavía palpitan, que son nuestras, de nuestras calles y de nuestra ciudad.

Son cinco historias que nos duelen. Lamentablemente no son las únicas.

Todas ellas víctimas de violencia de género. De las cinco, sólo una, Gabriela, sobrevivió y, como una guerrera, la sigue luchando.

Hoy queremos que su recuerdo, que lo que les pasó, esté latente.

No es una fecha especial, ya pasó el Día de la Mujer, no se acerca el Día de la Madre, no es el día de los derechos femeninos y es que no se necesita nada de eso para recordarlas porque entendemos que hacerlo es una misión, que mantener vivo lo que les pasó es reclamar a viva voz cambios, intervención, presupuesto, participación, compromiso.

Recordar su historia es, simplemente, en el nombre de ellas honrarlas a todas.

«Empezaron los problemas

se enganchó a la pena

se aferró a la soledad

ya no mira las estrellas

mira sus ojeras

cansada de pelear»

 

Verónica Poggi murió hace pocos días, aunque su fin ya estaba profetizado mucho tiempo atrás, seguramente el día que conoció por las redes sociales a Gustavo Huerta.

Antes de morir pudo contar la verdad a los investigadores, auxiliada por especialistas de género de la Municipalidad. Ella logró por fin señalar a su pareja y decir que lo que él había relatado como accidente, había sido en realidad un intento de homicidio. Pudo decir que fue Gustavo, quien tras discutir con ella la empujó por la terraza con su panza llena de esperanza, llena de vida y que fue él, quien terminó con lo que ella más quería, ese bebé que llevaba dentro. En medio del infierno «poder decir», «poder hablar», «poder señalar al otro», «poner la culpa fuera»  parece un detalle de la fría crónica policial. Sin embargo, aunque un poco tarde para ella, esas palabras, esa declaración no fueron en vano porque el fin de su silencio, de su miedo permite que ahora la Justicia pueda encarcelar a su verdugo. La fiscal de Violencia de Género de Morón, Paula Hondeville cambió la carátula y ahora, tras la muerte de Verónica es «Homicidio Agravado por el Vínculo». Huerta tendrá que pagar también por la muerte del bebé.

Verónica-Poggi

El daño colateral, como en casi todos los casos tiene rostro angelical. Una nena de un año y medio, hija de ambos que se quedó huérfana, con una madre muerta y un padre preso.

 

«Olvidándose de todo

busca algún modo

de encontrar su libertad

el cerrojo que le aprieta

le pone cadenas

y nunca descansa en paz

y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelvas»

 

Gabriela se había animado a hablar, a pedir ayuda, a denunciar. Tres denuncias hizo contra el maltratador y las tres veces él violó la restricción perimetral.

Hubo un momento en que sintió que no podía más. Supo que no quería vivir con ese hombre y pudo exigirle que se fuera. No quería sus golpes, no quería su vida al lado de sus actividades ilícitas, al lado de su «trabajito» vendiendo droga por aquí y por allá.

Pero Nahuel Rodríguez nunca entendió nada. No estaba acostumbrado a escuchar ni dialogar con su mujer. Aceptó irse pero a los pocos días sordo y repleto de ira entró por la fuerza a la casa que antes habían compartido en Villa Club. Allí la violó. Luego comenzó a golpearla, un poco más, y más, y más todavía. Tanto la golpeó que la desfiguró, la dejó en un charco de sangre y huyó como una rata.

gabriela agredida

Gabriela Rodríguez pudo mirarse al espejo muchos días después. Fue difícil tras la rotura de mandíbula, los 14 puntos de sutura en la cabeza y los 16 del labio.

Antes, en medio de un sueño de narcóticos y suspendida en un limbo de sábanas blancas creyó que estaba muerta, que no despertaría, que no vería más a sus dos hijos. Cuando lo hizo casi no se reconoció. Las marcas estarán de por vida, sólo le quedó un ojo para ver… pero en el fondo, después de la salvaje agresión debió sentir agradecimiento de estar viva, de que él esté detenido y, con tantas pruebas difícilmente salga.

 

«En el túnel del espanto

todo se hace largo

cuándo se iluminará

amarrado a su destino

va sin ser testigo

de tu lento caminar»

 

Tenía 31 años pero aparentaba muchos menos. María Lucía no tuvo oportunidad de defenderse, sólo de gritar de dolor.

Es que su agresor, que aún no está detenido y se sospecha que es una ex pareja fue rápido y letal en su ataque. Tuvo saña y quiso asegurarse de que ella no sobreviviera para incriminarlo.

Fueron nueve puñaladas las que recibió, una de ellas, a la altura de su cuello le arrebató la vida.

lucía arguello

Los testigos pudieron escuchar una discusión y los gritos, nada más. Luego el silencio que anunciaba que María Lucía Arguello ya no sufría más.

 

«Tienen hambre sus latidos

pero son sumisos

y suenan a su compás

la alegría traicionera

le cierra la puerta

o se sienta en su sofá

y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelva»

 

La historia de Romina, hizo tristemente célebre a la ciudad, al ubicar a Hurlingham en el puesto número uno del ránking con el femicida más letal

Es que Romina Maguna fue fusilada, con su propia arma reglamentaria de cinco tiros por Diego Loscalzo quien, en su carrera sanguinaria continuó su matanza practicando tiro al blanco con todos aquellos que se interponían a su furia o tenían una relación de afecto con la mujer que asesinó. Así, fríamente asesinó a Vanesa, la hermana de Romina, su marido Darío y a bordo de su moto se dirigió la casa de su suegra y su cuñado a quienes también mató certeramente. En el lugar hirió a la mujer de su cuñado, Mónica, embarazada de 9 meses, que perdió a su bebé e hirió a Camila, de 12 años.

Las-hermanas-Vanesa-y-Romina-Maguna-masacradas-por-el-chacal-Diego-Loscalzo-el-domingo-pasado

Diego Loscalzo no quitó la vida sólo a seis personas, dejó huérfanos a demasiados niños y es imposible medir el dolor que causó a familiares y amigos de todos los asesinados. Ahora dice querer morirse, dice no querer soportar lo que en la cárcel, los otros presos puedan hacerle. Diego Loscalzo, sin su arma y sin su porte de hombre recio dice ahora ser poco menos que un corderito.

 

«Que nadie calle tu verdad

que nadie te ahogue el corazón

que nadie te haga más llorar

mintiéndote en silencio

que nadie te obligue a morir

cortándo tus alas al volar

Que vuelvan tus ganas de vivir»*

 

Daniela Roxana Barrionuevos creyó en él más de una vez. Creyó en él a pesar de que el año pasado Martín Eleonel DAmelio prendió fuego su casa con ella y sus hijos dentro. En el círculo enfermizo de la violencia, del amor, del arrepentimiento lo escuchó luego de hacer la denuncia y volvió a confiar, a imaginar que algo iba a cambiar. Se fueron de vacaciones. Ella pensó que todo por fin había cambiado. El 5 de mayo la furia volvió y él la asfixió hasta que ella dejó de creer. Luego la culpa lo llevó a suicidarse y se ahorcó en la misma casa testigo de golpes y promesas vanas.

Daniela Roxana Barrionuevo

Vivimos en un país donde es asesinada una mujer cada cerca de 30 horas, donde el Estado Nacional recorta presupuestos, desfinancia al Programa de Educación Sexual Integral y otorga magros fondos al Plan Nacional para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia.

Un país donde hace más de un año se aprobó una ley de Patrocinio Gratuito para las Víctimas de Violencia de Genero, pero aún, las burocracias estatales no lograr siquiera conformar el plantel de abogados.

Una Argentina en donde no hay cifras oficiales, sólo las que se llevan adelante por los medios de comunicación y algunas Fundaciones.

Un presente con muchas deudas, con mucho por hacer, donde aún se espera respuesta del Congreso Nacional al proyecto de dos leyes que protejan a los casi 2000 menores que quedaron huérfanos por delitos contra sus madres en los últimos años.

Pero también nos da esperanza el compromiso de mujeres y hombres que se unen a las marchas de «Ni una menos», que exigen, que peticionan, que ofrecen ideas y planes para hacer frente al flagelo.

En el municipio de Hurlingham 700 mujeres son asistidas por un equipo interdisciplinario con entrevistas individuales y con un seguimiento semanal mediante el grupo de ayuda mutua, que las contiene, las asesora y se trabaja en el empoderamiento para poder romper el ciclo de la violencia.

También se dio un paso adelante impulsando la Licencia Laboral por Violencia de Género para empleadas municipales.

El trabajo en los barrios, tan esencial para hacer frente al problema se aborda con talleres de concientización y desnaturalización de la violencia.

ni una menos

Es que los pedidos de la sociedad, que se ven en todas las marchas convocadas y que tienen una presencia cada vez más joven se replican en los centros de estudiantes de las Escuelas, de las Universidades, de los sindicatos que piden mayores derechos para las trabajadoras y en los barrios.

En breve se va a inaugurar en la ciudad un proyecto largamente esperado, la Casa de la Mujer, un refugio convivencial de tránsito para las mujeres y sus hijos donde van a recibir apoyo psicológico e información sobre sus derechos. Es importante que la mujer sienta que tiene un lugar a dónde ir cuando se decide a poner fin a la violencia doméstica, que sienta que tiene una salida, un sitio donde se la ampare.

Por todas las Verónicas, Gabrielas, Rominas, María Lucías y Danielas .Por todas las mujeres que todavía no se animan, que temen por sus hijos, que temen por sus vidas, por todas ellas necesitamos no bajar los brazos, hacer todos, cada uno desde su lugar un poquito para el respeto de los derechos, para el respeto por la vida y para que el sueño de «Ni una menos» esté cada vez más cerca.

 

*Letra de la canción «Que nadie» de Manuel Carrasco

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