Los intendentes y la presentación de un «peronismo necesario»

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Por RODY RODRÍGUEZ
El martes 6 de setiembre un acto del peronismo concentró la atención de todos los actores políticos de la actualidad. Desde Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, hasta Sergio Massa, Florencio Randazzo y Cristina Kirchner observaron detenidamente este encuentro promovido por medio centenar de intendentes y que convocó a una heterogénea lista de dirigentes.
La excusa fue conmemorar un nuevo aniversario del triunfo de Antonio Cafiero en las elecciones para gobernador de 1987. Se planteó como un homenaje a la Renovación Peronista en general y a Cafiero en particular. De todo eso pasaron 29 años. Una cifra que no suele servir para conmemoraciones, pero esta vez sirvió.
Naturalmente el homenaje pasó a un segundo plano. Quedó visible la intención de este grupo de intendentes peronistas de tallar fuerte en las contiendas electorales que se vienen. En el cierre del acto, Juan Zabaleta dijo que «con el peronismo no alcanza pero sin el peronismo no se puede», y así puso en relieve la importancia de un peronismo necesario para la vida institucional del país. Un peronismo que se presenta como aquel que «entiende y atiende las necesidades de los que menos tienen. Que mira para adelante y que sabe gestionar en la adversidad».
Algunos medios denostaron el acto que se realizó en Capital señalando la presencia de viejos dirigentes como José Luis Gioja o los intendentes Alberto Descalzo o Julio Pereyra. Es «la renovación en sepia», dijeron. También remarcaron la diversidad de origen de los presentes, sciolistas, massistas, anti kirchneristas y (ex?) kirchneristas.
Las respuestas están en los manuales no escritos del peronismo donde dice que la renovación no es una cualidad exclusiva de los jóvenes (se puede ser renovador a los 70 años y un retrógrado a los 30) y que en cualquier movimiento emergente, el peronismo no aplica el derecho de admisión. Entran todos, siguen los que pueden y llegan los más fuertes. Así fue en los 70 años historia en el movimiento creado por Juan Perón, desde el 17 de octubre de 1945.
También fiel a esa tradición, -siempre necesaria hasta para aplicar en intentos renovadores-, en el peronismo la voz de los que ganan siempre se escucha más fuerte y la autoridad de los que pierden se debilita. Y tras una derrota electoral como la sufrida en el 2015, nacen indefectiblemente nuevos aires y el peronismo es ducho en eso de renovarse y resurgir entre los escombros.
En definitiva lo que parece querer demostrar este conjunto de intendentes, todos cuarentones y ganadores de las últimas elecciones, es que son dirigentes que interpretan que la sociedad quiere un cambio. No solo el 51% que votó a Cambiemos sino muchos de los que votaron al Frente para la Victoria. Interpretan también que el rumbo elegido por el macrismo lastima a la gran mayoría del pueblo argentino. Frente a eso los intendentes proponen como alternativa un cambio peronista.
El desafío que se les presenta es demostrar que no son un sector rebelde del kirchnerismo, sino que son un grupo con independencia política que no debe caer en la contradicción de renegar del pasado inmediato, al contrario deben reivindicar aquellos logros que facilitaron sus recientes victorias. El otro riesgo es que algunos de los que hoy forman parte de este espacio sean tentados a integrar «la pata peronista» que el PRO, como todo gobierno no peronista, anhela. La historia demuestra que las patas peronistas nunca caminan detrás de organizaciones políticas ajenas.
Otro desafío es apostar a la amplitud del espacio, (aquello de no aplicar el derecho de admisión), y en ese punto, Zabaleta, que fue uno de los protagonistas destacados del encuentro, no dejó dudas cuando en su discurso dijo: «Vuelvan, compañeros. Están los brazos abiertos para construir la felicidad de la patria; recuperar la victoria en 2017 y a gobernar la provincia en 2019»

 

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