Rafael Rody Rodríguez: 70 años de trayectoria entre Hurlingham y la Patagonia

A los 83 años Rafael Rody Rodríguez falleció en Río Gallegos. Comenzó su carrera como periodista en el periódico El Progreso. Fue animador, actor, locutor, periodista en medios gráficos, radiales y televisivos. Fue un pionero del periodismo en Santa Cruz.

 

Por Rody Rodríguez.

En estas mismas páginas me ha tocado despedir a distintas personalidades de Hurlingham. Repasé la trayectoria de vecinos queridos y admirados, pero esta vez la despedida es especial.  Se trata de hablar de mi viejo, hacer una muy breve reseña de su vida profesional, tratando -en lo posible- de no dejarme llevar por la admiración que siempre le profesé.

 

Rafael Rodríguez nació el 13 de abril de 1936 en Villa del Parque, pero desde su nacimiento vivió en Hurlingham, primero en el barrio Santa Clara, luego en  Garibaldi entre Bolívar y Gurruchaga. En el barrio lo conocían como «Pocho», alumno de la Escuela 10, hijo de María, la lavandera y del Pibe Rodríguez, el «gallego» nacido en Málaga, empleado de CADE, pintor de brocha gorda, fanático de Racing, socialista y referí de fútbol los fines de semana.

Fue cadete de la Farmacia Pasteur (en los tiempos en las que el dueño era Pepito Álvarez, el padre de Juanjo, el que fue intendente); luego cruzó Vergara y comenzó a trabajar en la imprenta de los hermanos Isaac y Pablo Pluda, que hacía muy poco habían inaugurado el periódico El Progreso. Allí dio sus primeros pasos en el periodismo «haciendo los sociales». A los 15 decidió ser actor, y anduvo merodeando los Estudios San Miguel tratando de conseguir algún bolo, y así tuvo su pequeña participación en las películas Los árboles mueren de pie y también en El hincha que protagonizó Enrique Santos Discépolo. Ya para entonces el tango era su gran pasión. Seguidor de las orquestas típicas que arrasaban a mediados de la década del 50, terminó siendo presentador de varias de ellas, como por ejemplo la de Alfredo De Angelis, allí adquirió el nombre artístico de Héctor Rody, que lo usó por primera vez cuando reemplazó a un recitador que tenía De Angelis llamado Néstor Rodi. Además de presentador de orquestas tuvo mucha actividad como animador en diversos festivales. En Hurlingham fue el que comenzó conduciendo los populares sorteos que organizaba Casa Biagio sobre la calle Necochea. Por esos años con uno de sus amigos más entrañables, Juan Carlos Recagno, crearon el primer programa de radio dedicado a la ciudad «Hurlingham en el Dial», que se emitía por Radio Colonia gracias al auspicio de Casa Biagio y Giardina Propiedades. Paralelamente creó su grupo de teatro, «La Compañía Teatral de Héctor Rody» y luego se sumó a la de Francisco de Paula y Delfy de Ortega. Escribió en dos de las revistas más destacadas de espectáculos de ese entonces: Radio Film y El Alma que Canta, esta última auspiciaba su programa en Radio Colonia: Cita con las Estrellas en la que tenía como habitual invitado a su amigo Julio Sosa. En esa misma radio co-conducía un programa de tangos con Juan Carlos Rousselot y la locutora Marta Moreno (la que luego fue esposa de Silvio Soldán). Luego siguió su carrera radiofónica en las radios El Mundo, Del Pueblo, Rivadavia y Splendid, hasta que Alberto Segovia, un empresario patagónico, dueño de un diario y de la radio más austral del mundo lo convenció de probar suerte en Río Gallegos. Comenzaba la década del ‘60. Allí se fue con su esposa, Susana Fernández y se instaló literalmente en la radio. Vivía en la radio. No como una forma de decir. La habitación del joven matrimonio estaba detrás del estudio de la radio. En esa emisora, LU12 Radio Río Gallegos, y en el diario La Opinión Austral, desarrolló gran parte de su carrera. Fue el pionero de la comunicación en la zona más alejada de la Patagonia. Fue director de esos dos medios durante más de tres décadas, fue la figura central de los dos canales de televisión de Río Gallegos. Fue declarado Ciudadano Ilustre de esa ciudad, además de recibir innumerables distinciones y premios.

El diario La Opinión Austral, en su nota de despedida recordó que Rody «inició su labor en el diario participando de una tarea artesanal, sin computadoras ni Internet, sin teletipos, recibiendo noticias por telegrafía, con textos armados letra por letra, sin cámaras ni grabadores digitales. Una época donde la radio era magia, imaginación, sin televisión ni comunicaciones directas. Por ejemplo: una llamada telefónica a Buenos Aires podía tener hasta diez horas de demora”

Fue periodista de las agencias Reuter y Noticias Argentinas, de editorial Perfil y directivo del sello discográfico Microfón. Para él, la amistad fue un valor innegociable. Entre los muchos amigos que tenía se destacaban los tangueros (raza a la que él siempre perteneció). Fueron muy fuertes sus vínculos con Luis Stazzo, Rubén Juárez, Cacho Castaña, Alberto Morán y muchos otros. Presidió durante años el Río Gallegos Tango Club y fue uno de los fundadores de la Asociación Amigos de Racing Club, que también integraba Néstor Kirchner.

Con Silvia Hernández (su segundo matrimonio) tuvo dos hijas, Marcela y Cristina, también nacidas y criadas en Río Gallegos.

En 2017 se casó con Marta Marambio. En la ceremonia de su tercer matrimonio, cuando la jueza extendía su discurso le dijo: «Doctora, sinteticemos, que no tengo mucho tiempo para perder».

Dueño de un carisma sorprendente, difícilmente perdía el humor aún en momentos complicados. No hace mucho un ACV le afectó el habla. Fue el 3 de julio, paradójicamente el día del locutor. Rebelde para hacer los ejercicios con su fonoaudiólogo se le advertía que así era muy difícil que vuelva a hablar bien. «No importa, ya dije todo», alcanzó a decir con algo de dificultad y mucho de ironía.

Rody fue un hombre de la noche, en las noches trabajaba en los shows; en las noches dirigía los cierres del diario; en las noches se reunía con amigos, en las noches no se privó de placeres hasta que en una noche se fue. Murió en la madrugada del pasado 17 de febrero. Para algunos era ya una leyenda viviente. El día de su muerte La Opinión publicó: «Hizo de todo: radio, gráfica, televisión y mucho más. No había barreras para su imaginación. Era claro, conciso, ejecutivo. No perdía su tiempo. Un hombre orquesta de los medios al que nada ni nadie amedrentaba. Ahora es inspiración para los jóvenes periodistas», sin embargo no era de dar consejos: «el inteligente no los necesita y el tonto no los aprovecha» solía repetir.

El sacerdote que hizo el responso en el Cementerio de Río Gallegos, dijo «se fue unos de los hombres más talentosos de este pueblo, Dios lo recibirá y tal vez le diga ‘vení atorrante, descansá un poco».

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