Una promesa a sí mismo

NOTA 8

Por Rody Rodríguez /@rodriguezrody ||

Está donde siente que tiene que estar. Está feliz aunque tenga una agenda repleta de inconvenientes. Sabe que ocupa un lugar donde la palabra «conflicto» se convierte en sinónimo de «normalidad». Ganó una elección soñada y el mismo día en el que asumió se topó con los problemas que él sabía que iba a tener. Afrontar esos problemas y encontrar las soluciones es el desafío que eligió y que a su modo disfruta.
Siempre entendió que la política se potencia con poder territorial. Que no hay cargo de funcionario, por más alto que sea, que se equipare con el de ejercer una responsabilidad ejecutiva obtenida por el voto popular.
«Me recibí de político el día que asumí como intendente» dijo Néstor Kirchner recordando su paso por la Municipalidad de Rio Gallegos. En ese momento Kirchner era «el Lupo» que había decidido que su lugar de trabajo sea la calle, resolviendo problemas, aunque las inclemencias del tiempo de la Patagonia todo lo complicara.
Juan Zabaleta pretende seguir ese modelo. «No me van a encontrar en el despacho, me van a ver en la calle, laburando» dijo en su discurso de asunción. Allí en la calle, el intendente Zabaleta es Juan o Juanchi.
Allí en la calle, con la gente, Juanchi está cómodo, habla con los vecinos, los contiene, los defiende, los abraza, vive con pasión su nuevo rol. Quiere darle vida al Estado municipal. Recorre los barrios, anota problemas, quiere resolverlos con una urgencia que conspira con  la irritante burocracia que, con una altísima dosis de desidia, imperó en Hurlingham en los últimos años.
Algunas de sus acciones pueden ser vistas como sobreactuadas. ¿Hace falta que corte los yuyos? Puede ser que no. Pero es como cuando alguien se muda y aunque haya contratado una mudadora con peones termina cargando muebles. Es tu nueva casa, es tu mudanza y no alcanza con ser espectador. A Zabaleta parece que le pasa algo parecido.
El tiempo dirá si su equipo de gobierno se contagia de ese entusiasmo. Tendrá que hacer muchas más cosas, además de «romperse el alma» como prometió en su debut.
Zabaleta debe afrontar una coyuntura muy incómoda, haciendo frente a una administración en rojo, con deudas millonarias, con un peronismo en crisis y encima con una gobernadora y un presidente de color político distinto.
Pero entre las promesas de campaña y anuncios hechos en sus primeras horas como intendente hay uno al que se le debe prestar atención: «toda mi vida soñé con esto. No se me va a escapar». No le habló al público que lo acompañó en su asunción. Se habló a sí mismo.  Es una promesa a sí mismo. Hace evidente referencia a la oportunidad política que se le presenta. Si en verdad esa oportunidad no se le escapa, Hurlingham y sus vecinos tienen las de ganar. Que así sea.

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