Vuelven las disputas en el PJ como en las épocas de la LIPEBO y la Liga Federal

Por RODY RODRÍGUEZ | El Justicialismo está en crisis. La convocatoria a elecciones internas para el 17 de diciembre no parece ser un hecho que ayude demasiado para salir de ella. Los peronistas no andan por la calle angustiados o ansiosos por saber si el PJ queda en manos de Fernando Espinoza o de Gustavo Menéndez.

El PJ no sirve para nada, dicen en el PJ. Muchos en el peronismo prevén que la larga agonía de los partidos políticos tradicionales está en su etapa final. Y hay una sucesión de hechos que muestran un panorama para el Partido Justicialista, más renegrido que la tonalidad que luce la cabellera de Fernando Espinoza, su actual presidente.
Cristina Kirchner, que no quiso participar de las PASO en el PJ y compitió con una nueva estructura: Unidad Ciudadana. La ex presidenta perdió las elecciones pero casi llega a los 3 millones y medio de votos en la provincia. Un número inalcanzable para cualquier otro dirigente del peronismo. Eso le permitió a Cristina asegurar que “Unidad Ciudadana llegó para quedarse”, lo que significa que para ella el justicialismo tiene vida siempre y cuando forme parte de UC. Lo mismo que hizo Néstor Kirchner con el PJ dentro del Frente para la Victoria.
Como en el PJ no hubo PASO (por decisión de Cristina), ni tampoco lista de unidad (por decisión de Randazzo), el Justicialismo quedó para Florencio Randazzo, que pudo aprovechar la caja partidaria y convertirse en el candidato (después de Esteban Bullrich) que más invirtió en publicidad, pero con un rédito paupérrimo.
Sergio Massa, por su parte, ratificó lo que se preveía. Es el candidato del 50 %: en la legislativa del 2013 el tigrense obtuvo el 44%; en la presidencial del 2015 sacó el 50% menos, y llegó al 22% de los votos y en estas elecciones generales un 11%. Otra vez un 50% menos. Sabiendo que lo que le espera en el 2019 es un 5,5%, Massa terminará con la experiencia fallida de 1País, (Margarita buscará reparo con María Eugenia Vidal), se acabará el Frente Renovador y volverá vencido a la casita pegotista.
Casita que, como ya se dijo, es presidida –por ahora- por el ex intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, luego de haber pedido licencia como presidente para poder competir contra el PJ que él presidía. Un absurdo, pero durante su licencia Espinoza consiguió una banca de diputado nacional y ahora quiere que lo voten nuevamente como presidente el PJ. No le resultará sencillo. Ya tiene competencia entre los que suponen que la reorganización interna del Partido Justicialista es importante para pensar en el triunfo electoral de 2019.
Un día después del cónclave partidario en el que se definió la realización de las internas, el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, convocó a sus colegas de la región. La excusa fue la asunción del nuevo rector de la Universidad del Oeste, Roberto Gallo, que reemplazará a Martín Othacehé, hijo de don Raúl, el viejo barón conurbanero y ex intendente de ese distrito.
Menéndez quiere ser el nuevo jefe del PJ y está dispuesto a disputar ese alicaído trono con Espinoza.
Un intendente de los considerados díscolos, comparaba la actualidad del justicialismo con la vieja disputa entre la LIPEBO y la LIFE. La confrontación de los intendentes de la primera y de la tercera sección electoral. Un déjà vu de esas peleas intestinas de los últimos años del siglo pasado, que tenían como protagonistas a Alberto Pierri, Hugo Toledo, Osvaldo Mércuri, Horacio Román, con Alberto Duhalde como jefe de todos.
Y en ese revivir, Menéndez consiguió una foto destacada: Alberto Descalzo (Ituzaingó), Santiago Maggiotti (Navarro), Ricardo Curutchet (Marcos Paz), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Javier Osuna (Las Heras) y fundamentalmente Juan Zabaleta de Hurlingham y Gabriel Katopodis de San Martín, que en las pasadas elecciones compitió por el randazzismo. Una especie de LIPEBO de estos tiempos. Aunque Menéndez se promociona como el dirigente que busca ser el referente de la “nueva renovación” del peronismo bonaerense.
Enfrente, en “la tercera”, Fernando Espinoza muestra su mejor carta que es la presencia de su sucesora matancera, Verónica Magario, pero tiene competencia, porque Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), tiene peso propio para sumarse a la pelea.
Menéndez en la primera, Espinoza e Insaurralde en la tercera, creen tener el respaldo de varios intendentes. Ese respaldo, para unos u otros, se reduce a algunos gestos. Es que para los intendentes, las elecciones internas del PJ no están (o no debería estar) entre sus principales preocupaciones, ni lo ven como un salvavidas para sobrevivir al tsunami amarillo.

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