Cambiar, se cambió. Eso es innegable

 

zzzznacp2NOTICIAS ARGENTINAS HUMAHUACA, JUJUY, NOVIEMBRE 19: El candidato presidencial de Cambiemos, Mauricio Macri, durante el cierre de campaña en Jujuy. Foto NAzzzz

Por Rody Rodríguez.

En noviembre pasado la ciudadanía votó el cambio. El 51% de los argentinos juzgó que el peronismo no podía resolver algunas cosas, que se había comportado mal en otras y optó por la propuesta que prometía vivir mejor.

Se puede suponer que en seis meses es difícil resolver los males heredados. Lo que resulta inadmisible es que la situación haya empeorado a niveles alarmantes.

Tarifazos de hasta el 1000% en los servicios públicos esenciales, 1000 despedidos por día, permanentes aumentos en los alimentos, son solo algunas de las medidas que marcaron la impronta del nuevo gobierno. La herencia recibida es una excusa que de tan repetida ya carece de peso, más luego del agravante de considerar que la clase media se había acostumbrado a vivir bien y a tener beneficios que no les corresponden.

Son tan dramáticas las penurias económicas desatadas en estos meses que acontecimientos de enorme gravedad, como las cuentas que decenas de funcionarios macristas (incluido el presidente) tienen en paraísos fiscales, o el retroceso en materia de derechos humanos, promoción cultural o claudicaciones en cuestiones de soberanía nacional pasaron a un segundo plano.

Al gobierno le va bien. El objetivo de transferir riquezas a los que más tienen es un éxito, y la gestión macrista va a fondo con esa idea, y cuando se exceden dice que se equivocaron y dan marcha atrás. Y no faltan los que elogian esta metodología como una muestra de humildad. «Saben pedir perdón y rectifican el rumbo» se escuchó argumentar, «no como el gobierno anterior que no reconocía errores y se encaprichaban con sus decisiones».

Esta justificación parece no advertir que en cada «error» del gobierno se incrementa el hambre, crece el índice de pobreza a una velocidad inusitada. Y cada pedido de disculpas, lejos de ser una muestra de humildad, es una alarmante demostración de incapacidad e improvisación, aunque no deja de ser meritorio la capacidad de mostrar el reconocimiento del error como un logro y que haya argentinos que respaldan ese supuesto mérito.

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