Dos instituciones que piensan y trabajan por los chicos

Hogar María de la Esperanza Hurlingham

Por Florencia Pereyra Saafigueroa / Fotos: Julieta Alfonso ||

En Hurlingham hay alrededor de una docena de instituciones dedicadas a la atención de chicos. Desde hace muchos años, en estos hogares a los chicos se les alimenta, se les hace participar en tareas recreativas y culturales y se les da apoyo escolar. Se sustentan con el apoyo de los vecinos y el aporte de programas del gobierno nacional y del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PENUD). Desde el municipio poco y nada. Dos de esas instituciones, son los hogares María de la Esperanza y Manos Abiertas.

El hogar de día María de la Esperanza funciona desde 1986 en William Morris. Recibe alrededor de 160 chicos que van a desayunar, almorzar y merendar en contra turno escolar. La señora Coca -como se la conoce en el barrio- empezó a darles la merienda a un grupo de chicos del barrio al ver las necesidades por las que pasaban en ese momento. Karina es la hija de Coca, co-fundadora y actual encargada del hogar en el que también realizan talleres de folclore y percusión, apoyo escolar, educación física y distintas actividades recreativas: “Lo llamamos hogar de día porque, a diferencia de un comedor, no solo le damos de comer a los chicos sino que también realizamos diversas actividades para ellos”.

El hogar ayuda a los menores desde hace 28 años y se sustentan por medio del plan Unidades de Desarrollo Infantil (UDI) y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PENUD). La única ayuda que recibe por parte del municipio es un profesor de educación física y apoyo escolar.

Lo mismo ocurre con el Centro de Desarrollo Infantil, Manos Abiertas, ubicado en el barrio La Juanita de Villa Tesei. Este centro comenzó a funcionar en el año 1996 y, además de brindar las tres comidas principales del día, realizan apoyo escolar, ludotecas y taller de lectura y folclore, entre otras actividades.

“Somos tres encargados y diez colaboradoras. Nuestro único sustento son los planes PENUD y UDI que nos aporta la Nación. Para lo demás, como servicios y artículos de limpieza, sale de la colaboración de la gente”, explicó Adriana una de las encargadas del lugar.

El hogar María de la Esperanza surgió hace 28 años cuando Coca, la madre de Karina, tuvo la idea de ayudar a los chicos necesitados del barrio. Comenzó facilitándoles la merienda a 11 chicos los fines de semana y más tarde sumó el almuerzo. “Todo era ‘a pulmón’ de mi mamá y mi papá porque no recibíamos dinero de nadie. Más tarde, un cura amigo de mi mamá nos ofreció mudarnos a un dispensario médico que estaba deshabitado y comenzamos a reunir a los chicos ahí”, explicó Karina.

En ambos hogares, los padres de los niños se acercan pidiendo una vacante para el menor, se les realiza una encuesta para conocer en que situación se encuentran y por que recurren al lugar. A la vez se trabaja con una asistente social que visita el domicilio y comprueba si las condiciones que citaron los mayores son ciertas. Cada lugar cuenta con una ficha con los datos personales del menor y fotocopia de las vacunas recibidas.

El sustento no es tarea fácil. La plata que les otorga el PENUD y el UDI son depositados en una cuenta bancaria y luego se la utiliza, mediante cheques, para pagar a los proveedores. Es únicamente para alimentos puesto que para pagar los servicios y otras necesidades, el hogar María de la Esperanza realiza ferias americanas y un bingo familiar por mes.

“Dependemos mucho por la ayuda de la gente. Vecinos y colegios de la zona nos regalan ropa, elementos escolares y alimentos. Todo suma”.

El año pasado, en este hogar de William Morris no solo festejaron los 27 años de vida, sino que inauguraron instalaciones ya que hicieron una ampliación del hogar con ayuda de Nación para que los chicos pudieran aprovechar más el espacio para las actividades recreativas. En 2011 les llegó el dato de que existía un programa que permitía agrandar espacios comunitarios y, si resultaba ser aprobado, se entregaba una cantidad de dinero para la construcción. Karina contó que no fue una tarea fácil. Había que entregar tres opciones diferentes de presupuestos para la obra, presentar la documentación requerida y por último que un arquitecto, enviado por el Gobierno, ratificara el proyecto. Finalmente se aprobó un año después. La construcción comenzó en diciembre de 2012 y se terminó en octubre de 2013.

“El presupuesto que nos otorgaron no nos rindió completamente porque los precios de los elementos para la construcción aumentan de un año al otro. La obra la terminamos de nuestro bolsillo y la ayuda del barrio”.

Estos comedores trabajan en red junto con otros ocho del distrito. Entre ellos: Rinconcito, Volver a empezar y Luna llena. Karina señaló que esta red se abastece casi en su totalidad con los mismos planes, sumado a la ayuda de la gente. En medio de ese sacrificio que cada una de estas entidades hace para solventarse y que a los chicos que asisten les falte lo menos posible, el municipio subejecuta el dinero que debería ser destinado a ese fin.

La Municipalidad de Hurlingham cuenta con presupuesto para aportar a comedores infantiles, sin embargo, de acuerdo a información suministrada por la propia comuna, a través del Informe Económico Financiero del período 02/01/2014 al 30/06/2014, de los más de 700 mil pesos presupuestados para el año en el rubro Comedores Infantiles, no se utilizó un solo peso.

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