De conventos, rosaditas y Caruso

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Por Rody Rodríguez.

Para muchos observadores el tragicómico Caso José López es un golpe mortal para el kirchnerismo y hay quienes quieren extender esa partida de defunción al peronismo en su conjunto. Objetivamente López, más Lázaro, más algunos otros varios casos de robos al Estado, perpetrados por funcionarios públicos y empresarios privados, forman parte de una historia de corrupción tan extensa como la historia argentina misma. No hubo gobierno, del origen que sea, que haya estado exento de hechos de esta naturaleza. Pero decir que la corrupción está enquistada en la sociedad no implica que todos los ciudadanos sean cómplices de latrocinio. En el mismo sentido, que un partido político o un sector de ese partido tengan conspicuos representantes de la ilegalidad no tiñe a todos los dirigentes (y mucho menos a sus militantes) de esa misma calaña.

El kirchnerismo está groggy. No hay dudas. Sus dirigentes buscan despegar de la patética figura de López a como dé lugar. No alcanza la conducción vía Facebook de Cristina Kirchner para encontrar el camino que los aleje de la mugre. Los millones de dólares mal habidos y revoleados por José López, las bóvedas o criptas en General Rodríguez, las monjas casi centenarias protectoras de López y la abogada hot de López, son melodías gregorianas para los oídos de Mauricio Macri y su «equipo». Pero el «convento», «la rosadita» y la larga lista de corruptos que puedan aparecer no purifica ni enaltece la imagen del gobierno de Cambiemos, ni disimula las conductas inmorales de Carlos Melconián o Juan José Aranguren entre otros. Como tampoco mata al peronismo, hoy en el rol de oposición.

El hambre y las crecientes necesidades de la población no se sosiegan con escándalos en los medios y es en el vertiginoso crecimiento de la crisis económica que sufren los argentinos donde el peronismo, que obviamente contiene –entre otras fuerzas- al kirchnerismo, resiste, se mantiene y hasta crece.

La historia lo prueba. Frente a una gestión insensible que excluye a las mayorías, esas mayorías vuelven la mirada hacia el peronismo y lo hacen confiable, previsible y necesario. Es como Caruso Lombardi en el fútbol, si se permite la burda comparación, ningún equipo con riesgo de descender, en plena agonía futbolística duda en convocar a Caruso para salvarlo. Luego vendrán las críticas: que es un gordo vende humo, especulador, fanfarrón, y muchos etcéteras. Pero a la hora de juntar puntos es Caruso o nadie. Volvemos a recurrir a la historia para recordar que en las instancias más graves del país, es el peronismo el que aparece como tabla de salvación, basado en el mérito, construido en años, de políticas transformadoras, de recuperación de derechos y fortalecimiento del Estado para que esté al servicio de los que menos tienen.

Así las cosas, el gobierno nacional no puede creer que el desfile por Tribunales de ex funcionarios que se quedaron con lo ajeno, es un salvoconducto para gobernar mal. El festival de corrupción no salva al PRO, provoca daños irreparables al kirchnerismo, pero el peronismo queda con vida, aunque tampoco puede creer que la histórica adhesión popular que posee no merezca revisar sus malas conductas.

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