Por Marcelo Félix Solís.
El pasado sábado, en las instalaciones de la Asociación de Fomento de San Bernardo se realizó una velada boxística que tuvo a un hurlinguense como principal protagonista; Ricardo «Bebo» Villalba, hasta ese momento monarca sudamericano de la categoría Welter; y una de las promesas ascendentes del Boxeo Nacional, quien expuso su título subcontinental ante el experimentado, y buen probador de figuras, el bonaerense Ignacio «Nacho» Fraga.
Ésta era la primera defensa del cinturón que Bebo había obtenido en su anterior combate, que cerró una excelente trilogía de victorias durante el 2015, con aquel memorable KOT6 ante el catamarqueño Carlos Chumbita, en el que sería elegido como «El KOT del Año 2015» para la parcialidad de «Boxeo para todos».
Y el 2016 se presentó como el momento ideal para dar el salto de calidad que toda carrera necesita, pero ya sabemos que en el boxeo los resultados no están asegurados de antemano y que un golpe puede significar el techo mismo de un carrera.
Momento aciago se vivió poco después de la medianoche del domingo, cuando el árbitro dió inicio al combate de fondo de la cartelera y desde el ring side, o desde los hogares de los seguidores de Villalba, comenzamos a advertir lo incómodo que le sentaba a Bebo el boxeo táctico y generoso de Nacho.
Los primeros asaltos fueron un calvario de ascendentes al aire y directos malogrados por el campeón, quien no pudo encontrar nunca la humanidad de Fraga. Y mientras Bebo, decaía en la calidad de sus embates, la figura de Nacho crecía a fuerza de jabs que iban dejando huella en la anatomía del campeón que denotaba en su rostro, sobre todo en su pómulo izquierdo, lo duro del combate.
El trámite no cambiaría hacia la primera mitad de la pelea, y resultó realmente llamativa la falta de un plan de contingencias por parte de la esquina del campeón que no salía de su letanía en el ring. Villalba no encontraba respuestas en su equipo técnico.
Ése es, sin dudas un punto a tratar y analizar por parte de Bebo a futuro. Cuando un boxeador no encuentra respuestas, desde su esquina, observa mejor la realidad del infighting, tiene la obligación de ayudar a su boxeador en el intento de volantazo táctico que permita revertir un rumbo que parecía, en la segunda mitad de pelea, virar hacia una inexorable derrota.
La respuesta no llegó ni arriba ni debajo del ring. Apenas, podríamos señalar un golpe (cabezazo) de parte de Bebo que bien podría haber servido como envión anímico para el hurlinguense, y estamos pidiendo casi esa furia que invade a un toro en su faena a la hora de ver la capa roja… pero no, de nada sirvió esa incorrección arbitral que favoreció a Bebo.
El final fue un triste epílogo para una primera defensa de título, que parecía en la previa tendría otro resultado. Los últimos tres asaltos del combate fueron una imagen que creíamos improbable para un Bebo en ascenso y que en San Bernardo no pudo mostrar su mejor repertorio.
Abrumado desde la defensa, poco claro desde la estrategia y absolutamente errático en la ofensiva, el espejo nos devolvió una muy mala imagen del ahora ex Campeón Welter.
Una noche para el olvido, que deberá servir como punto de inflexión y de reflexión en un Bebo que sabemos que tiene mejores armas en sus puños que las observadas contra Fraga. No debemos quedarnos con una derrota que apene, si no con una experiencia que sirva de modelo para no seguir.
Las tarjetas oficiales señalaron: 113-115, 111-117 y ¿114-114?, fallo mayoritario para Nacho, con un inexplicable empate en una de las tarjetas; que no debiera sorprender a nadie si revisamos durante la andanada boxística que se realiza mes por mes en nuestro país, y que respalda con sus errores el paso sin sentido que el boxeo argentino vive en un presente de una cantidad inusual de boxeadores y festivales, contrastada con la mediocre calidad de dirigentes, árbitros y demás yerbas que asolan el profesionalismo. Nuestra tarjeta señaló un claro 111-118. Demasiada diferencia para discutirse.
En su peor presentación en mucho tiempo, debemos señalar que ha sido alarmante, y en este juego peligrosa, la pésima esgrima defensiva que nos mostró Bebo. Éste es un deporte de dar y recibir, y cuando alguien recibe demasiado puede pagar a futuro. Futuro que se puede ver promisorio aún en la carrera de Villalba.
Hay tiempo para acomodar éste navío llamado Ricardo Rubén “Bebo” Villalba, que tantas esperanzas despierta y que merece alcanzar un puerto mejor. Lo del pasado fin de semana, no debe quedar solamente en un llamado de atención. Hay que dar un golpe de timón, urgente. Para que el espacio boxístico próximo de Villalba pueda tener como meta llegar a lo más alto, y que lo de Fraga haya sido apenas un mal paso y no un techo, porque en definitiva cinturones van y vienen, pero las pasiones y los hombres quedan.
Lo que se vió en TV
Dentro de las posibilidades que brindan las transmisiones de veladas boxísticas están la notoriedad, el acercamiento, las repeticiones… y el otro lado, el ver el trabajo de las esquinas de cerca.
Un campeón debe tener a su lado un equipo que esté a la altura de sus capacidades. Y lo demostrado por el Team Villalba, fue la muestra cabal de lo que sirve en el boxeo: una falta repetida de ideas para maniquear un trámite que desde el inicio del combate le fue esquivo al campeón, el no saber en que momento parar un combate cuando las últimas dos vueltas de Bebo fueron temerarias – recibió, seguramente, uno de los peores castigos de su carrera-, y la notable incapacidad de asimilar una derrota.
Porque hubo frutilla en este postre de San Bernardo, y la fruta sabía agria: bochornoso final de velada, con golpes de puños incluidos, entre los esquineros de ambos rincones. Casi como aquella recordada velada de la revancha entre nuestro Víctor Emilio Galindez y Micke Rossman, con los hermanos de ambos como protagonistas de un encontronazo con yapa, y acá hubo yapa, y esta vez no fue cosa de recompensa para chicos. ¿O será que a algunos, ésta patriada de Bebo hacia los primeros planos, les estará quedando demasiado grande?. Cambio de nombres y de hombres, parece ser también la urgencia en esta planificación próxima, que se muestra urgente y que, necesariamente, debería ser ambiciosa.