Por Rody Rodríguez.
La zona que hoy ocupa el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en el partido de Hurlingham, denominado INTA-Castelar, fue propiedad de los Leloir que habían instalado allí «Cabaña Tuyú», una chacra dedicada a la actividad lechera.
En 1943 se creó el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (CNIA). Para su funcionamiento se adquirió en el Partido de Morón, un campo que había sido propiedad de la familia Leloir. Ese predio se destinó a centralizar las investigaciones científicas y tecnológicas para transferir estos conocimientos al sector agropecuario. Varios años después, cuando se constituyó el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y las instalaciones del CNIA en Hurlingham fueron base inicial del nuevo organismo.
Esas tierras, que ocupan casi un tercio del territorio del actual municipio de Hurlingham eran propiedad de Federico Augusto Roque Eusebio Leloir (1859-1906), un abogado que, entre otros bienes, había heredado de su padre, Federico Leloir Sainz Valiente, la chacra Leloir, las tierras que hoy ocupa no solo el INTA, sino también la Municipalidad de Hurlingham, lo que fue la Fundación Felices los Niños, el Hospital Papa Francisco, la escuela Mercedes Sosa y varios barrios.

Ese lugar se conocía como Chacra Leloir pero Federico lo rebautizó como «Cabaña Tuyú», en homenaje a las tierras en la costa bonaerense donde había muerto su abuelo Antonio, según cuentan, enfrentando a los indios.
Federico Augusto vivió desde niño en esos campos. Se casó con Florentina Martínez de Hoz Lavallol, con la que tuvo 4 hijos y enviudó. Al tiempo se casó con Hortensia Mercedes Aguirre Herrera con la sumó 5 hijos. Hortensia fue la jefa de esa numerosa familia.
Don Federico nunca ejerció la abogacía, le alcanzaba con lo que producía su chacra, a la que Hortensia, con mucho talento y capacidad de trabajo, supo potenciar. La actividad lechera y la cría de ganado vacuno de la raza Hereford, fue la principal labor de Cabaña Tuyú.
Ana María Molina, que fue directora del Jardín Botánico Arturo Ragonese en el INTA, cuenta que «el fuerte era la lechería. Había tres grandes tambos y la leche se llevaba diariamente a la planta pasteurizadora ubicada cerca de La Paternal, adonde arribaba el producto de otros tambos de Suipacha. La leche se vendía en Capital Federal, Morón y Hurlingham; también se hacía reparto a domicilio y se producían huevos miel. Había una gran quinta con invernáculos para proveer de verdura y flores al consumo interno. (…) El apoyo logístico a toda la organización se brindaba desde la cabaña. Para ello se contaba con carpintería, herrería y talabartería. Se sembraba alfalfa, maíz y otros cereales para el mantenimiento de los animales, contándose con todas las maquinarias necesarias para eso. Existía una planta donde se desgranaba el cereal y se efectuaba la molienda. La Cabaña Tuyú tenía los últimos adelantos del momento. La vegetación de la Cabaña era extraordinaria. Don Federico y su esposa Hortensia pusieron especial énfasis en sembrar las más variadas especies, muchas de ellas provenientes de distintas partes del mundo. Hortensia se especializaba en rosales, y tuvo una gran colección con variedades que trajo de Inglaterra, Irlanda y Francia».

Estando doña Hortensia Aguirre embarazada, su marido don Federico se enfermó gravemente. Ambos decidieron viajar a Francia para que en París sea intervenido quirúrgicamente. Pero esa tan esperada operación no dio resultado. Don Federico murió el 26 de agosto de 1906 a los 47 años. Doña Hortensia debido al avanzado estado de su embarazo se quedó en París y días después, el 6 de setiembre, en la Rue Víctor Hugo 81, a metros del Arco del Triunfo, nació su último hijo, Luis Federico Leloir quien con el tiempo fue un científico reconocido mundialmente, galardonado con el Premio Nobel de Química en 1970.
«Lucho» Federico Leloir no nació en Hurlingham, pero pasó gran parte de su niñez allí. Sus padres utilizaban la Cabaña Tuyú, la chacra que hoy ocupa el INTA, como residencia durante buena parte del año.
La administración de la Cabaña quedó en manos de doña Hortensia Aguirre Herrera, ayudada por su yerno Guillermo Alejandro Udaondo Leloir.
Hortensia transitaba sus días entre la residencia que tenía en Buenos Aires, su mansión en Mar del Plata, sus campos en San Clemente del Tuyú y la Cabaña Tuyú en Hurlingham. Falleció en la Ciudad de Buenos Aires, a los 70 años el día de su cumpleaños, el 17 de febrero de 1939.
Un año después de su fallecimiento Cabaña Tuyú fue vendido al Instituto Movilizador Argentino, luego transferido al Ministerio de Agricultura.
En 1946, en el marco del primer Plan Quinquenal de Juan Domingo Perón se creó la Comisión Nacional de Investigaciones Agropecuarias que funcionaba bajo la órbita del Ministerio de Agricultura. Ese instituto coordinaba este centro de investigaciones ubicado en Hurlingham y los otros centros de investigación y estaciones experimentales que el ministerio tenía en los distintos puntos del país.
La ley impulsada por el peronismo determinaba que las funciones de estos centros era el «estudio de problemas técnicos y prácticos de la agricultura y la ganadería», abarcando desde el «mejoramiento de las plantas y de los animales, y los recursos naturales relacionados con esta producción (suelo, flora y fauna), la sanidad vegetal y animal, y su defensa; la ingeniería rural; el aprovechamiento de los productos y subproductos agropecuarios», hasta investigaciones sobre «microbiología y parasitología, entomología, genética animal y vegetal», entre otras (Cámara de Senadores. Argentina -1946-. Plan del Poder Ejecutivo: sobre realizaciones e inversiones para el quinquenio 1947-1951).
En 4 de diciembre de 1956, ya derrocado el peronismo, el gobierno de facto del general Pedro Eugenio Aramburu creó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Una nota publicada en el diario Página/12 por Andrés Asiain y Lorena Putero, observó que «en realidad, el decreto-ley de la dictadura armaba una estructura burocrática por encima del organismo creado por el gobierno democrático al que había derrocado, cambiando su nombre para dar origen al mito fundacional. De esa manera, contribuía a la tergiversación de la historia científico-técnica de nuestro país que, en su versión liberal, ve en el período peronista una época de oscurantismo. (…) También contribuía a esconder la política agropecuaria de los primeros gobiernos peronistas, que lejos de ser ‘anti-campo’, tendió a favorecer el acceso a la tierra y la maquinaria del pequeño y mediano productor, diversificar y tecnificar la producción, concentrando su comercialización en el Estado, en defensa de los precios externos de exportación y la baratura interna de los alimentos y materias primas industriales».
Muchos de sus primeros trabajadores vivían en el Instituto, en un edificio que años atrás ocupó el personal de la chacra de los Leloir, también el ministro de Agricultura tenía su residencia en ese predio de Hurlingham.

EL INTA EN DICTADURA
Apenas 5 días después del golpe, el 29 de marzo de 1976, soldados armados con fusiles y tanques de guerra ocuparon el predio del INTA en Hurlingham y se llevaron a cerca de 40 personas detenidas, entre ellos niños que estaban en la guardería.
En el 2013, el juez Daniel Rafecas inició una causa investigando el secuestro y la desaparición durante la dictadura de los investigadores del INTA Marta Sierra, Gustavo Giombini (hermano de Juan José Giombini que fue concejal de la UCR Morón); María José Rapela y del vecino de Villa Tesei, Carlos Alberto Costa.
Además, según una nota del matutino Página/12, antes del golpe de 1976 el INTA tenía unos cinco mil trabajadores y al menos 794 fueron cesanteados durante la dictadura, bajo la intervención directa de la Marina.
A finales del siglo XX, varias fracciones de tierras del INTA fueron utilizadas para otros destinos, En los 2000 cedió terreno para que el municipio de Hurlingham tenga su sede y un estadio cerrado, antes y después otras parcelas fueron destinadas a distintos proyectos de viviendas y educativos.
El INTA llegó tener casi 900 hectáreas originales, y hoy abarca cerca de 650.
El instituto tiene una larga historia de logros, como el desarrollo de la soja y la siembra directa en la Argentina. Sus últimos avances incluyen el desarrollo de avena apta para celíacos, de quesos que reducen el colesterol, de tambos robotizados y de una nueva vacuna contra la fiebre aftosa. La web del gobierno nacional señala que el INTA en Hurlingham «aloja la mayor concentración de investigadores y tecnólogos en los campos de la Agronomía, Veterinaria, Agroindustria y Recursos Naturales». La investigación científica llevada adelante por el INTA tiene reconocimiento internacional.
El Gobierno del Presidente Javier Milei impulsa desde el año pasado la intervención del INTA que incluye venta de propiedades, reducción de personal y cierre de varios centros de investigación.
El INTA es el principal ente dedicado a impulsar y coordinar el desarrollo de investigaciones para el mejoramiento de la actividad agraria y de la vida rural.
PUBLICADO EN EL CLÁSICO. EDICIÓN DE JULIO 2025