Por Rody Rodríguez.
Desde Hurlingham forjó una carrera artística extraordinaria. Horacio Guarany es una de las figuras más importantes en la historia del folklore y un exponente trascendental de la cultura popular argentina. El 15 de mayo se cumplen 100 años de su nacimiento.
El 15 de mayo de 1925 nació Eraclio Catalín Rodríguez, en Intiyaco, en el norte santafecino. Hijo de un hachero correntino (Jorge Rodríguez) y una española de León, (Feliciana Cereijo), matrimonio que tuvo otros 13 hijos.
A los 18 años, el joven Rodríguez se fue a vivir solo a una piecita en la calle California en el barrio porteño de Barracas, se ganó la vida como pudo, fue foguista, cocinero en un barco, criador de gallos de riña y vareador de caballos de carrera. Por las noches, a cambio de un plato de comida y un vino, cantaba música paraguaya, allí adoptó el nombre artístico de Horacio Guarany.
Empezó como cantor profesional en 1950 dedicado exclusivamente al folclore, ya afiliado al Partido Comunista se mudó a Hurlingham, a una casita humilde frente a las vías, sobre la calle Remedios de Escalada, casi esquina Gurruchaga.
Ya estaba casado con Juana «la colorada» con la que tuvo dos hijos, Horacito, (que se crió en lo que hoy se conoce como casco histórico de Hurlingham) y Virginia Sandra. No fueron pocas las veces que para comer un asadito compraba «de fiado» en la Carnicería La Rosa, de los hermanos Torres, sobre la calle Bolívar, y para no cargar todo en una sola cuenta, iba también a la carnicería de Ramón Madariaga, a la vuelta, sobre Riccheri.
La militancia política lo llevó a conocer a uno de los más importantes martilleros de Hurlingham, Pini Spivak, dueño de una inmobiliaria ubicada en la esquina la actual Jauretche y Remedios de Escalada. Spivak fue un protagonista del mercado inmobiliario local, un activo cooperativista y un enamorado del arte.
En su casa, en Hurlingham, solían reunirse personajes que tenían a la música y a la política como común denominador: Armando Tejada Gómez, Ramón Ayala, Leda Valladares, eran algunos de los amigos que en esos encuentros recibieron a otro nuevo camarada, el vecino de Hurlingham, Horacio Guarany.
Spivak lo ayudó a grabar su primer disco y gestionó la participación de Guarany en un festival en Moscú, entonces capital de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Era el VI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que se realizó en 1957 y reunió a 34.000 jóvenes de 131 países bajo el lema «¡Por la paz y la amistad!».
Guarany representó a la Argentina con un tema suyo: «Canción de la Paz» que resultó la Ganadora del Festival. A su regreso sus canciones se escuchaban con frecuencia en las radios.
Apenas iniciado el año 1961 Guarany participó de la primera edición del Festival Nacional del Folklore en Cosquín, provincia de Córdoba, era el comienzo de una década de esplendor para la música folklórica. En 1963 se creó el Movimiento del Nuevo cancionero, con artistas que renovaron la canción argentina, Guarany fue parte de esa movida que tuvo como pioneros a Mercedes Sosa y Hamlet Lima Quintana, más otros músicos y poetas que confluyeron allí como César Isella, Chany Suárez, Víctor Heredia, el Chango Fa-rías Gómez, Dino Saluzzi, Jorge Marziali y el Cuchi Leguizamón, entre otros.
Desde entonces la carrera artística de Horacio Guarany fue en constante crecimiento. Es uno de los compositores más representativos de nuestra música nacional. Compuso más de 600 canciones, en su mayoría comprometidas con el amor, los trabajadores, las injusticias y también con el vino. Muchas de esas canciones son verdaderos himnos populares, como «Si se calla el cantor», «Volver en vino», «Puerto de Santa Cruz», «La Guerrillera», «Piel morena», «Amar amando», «Guitarra de medianoche»… Musicalizó el Martín Fierro, realizó giras internacionales por Polonia, Checoslovaquia, España, Portugal, Francia, Italia, Israel, Australia, EE.UU. y toda Latinoamérica.
Tiene grabado un centenar de discos, filmó tres películas: «Si se calla el cantor», «La vuelta del Martín Fierro» y «El grito del silencio» y publicó cinco novelas: «Cartas del Silencio», «El loco de la guerra», «Sapucay», «Memorias del cantor» y «La Creciente».
Sus convicciones políticas le complicaron la carrera. Fue la dictadura militar iniciada en 1976 la que lo trató con mayor crudeza, aunque antes sufrió los embates de la Triple A, el grupo parapolicial conducido por el nefasto López Rega. Todos sus discos fueron destruidos y la censura prohibió la difusión de la mayoría de sus obras. Se fue del país. Se exilió primero en Venezuela, luego en México y finalmente en España.
QUE NO SE CALLE EL CANTOR
Con el retorno de la democracia, en 1983, volvió a brindarse a su público con libertad. Se multiplicaron los recitales y el cariño de la gente se renovó.
Uno de sus tantos éxitos, fue «Si se calla el cantor», ese fue el nombre de la película que lo vio debutar como actor en 1972. Y el cantor no se calló, pasaron los años y siguieron los shows, hasta los últimos años de su vida.
¿No se cansa de cantar? Le preguntaron. «¡Ni de hablar! No, qué me voy a cansar si cantar es mi vida. La alegría más grande que siento es cuando canto» y recitó: «Si se calla el cantor, calla la vida, porque la vida misma es todo un canto».
Con su segunda esposa, Griselda, Reato tuvo a su tercer hijo, Francisco, con ellos vivió en la quinta Plumas Verdes, en el partido de Luján.
Para Horacio «La muerte es la cosa más hermosa que tiene la vida» y explicaba: «Pobrecita la muerte, todos la odian, y gracias a ella la vida es hermosa. Si la vida no se terminara nunca, sería una pelotudez enorme. Llegaríamos a los cuatro mil años y estaríamos podridos de todo. Pero por supuesto, que la muerte no venga pronto, que demore lo más que pueda…»
Su última actuación fue en el Festival de doma y folklore de Jesús María en 2015 a los 89 años de edad.
Horacio Guarany murió en el 13 de enero del 2017, a los 91 años, desde entonces «…mil guitarras desangran en la noche con su inmortal canción al infinito»
PUBLICADO EN EL CLASICO edición de mayo 2025