por Rody Rodríguez.
El duro enfrentamiento de los primeros gobiernos del General Juan Domingo Perón con el Jockey Club -reducto de la oligarquía por antonomasia-, dio origen al Hipódromo de Hurlingham, muy de Hurlingham aunque está en otro distrito.
Desde su asunción al poder en 1946, el peronismo se expresó públicamente enemigo de la oligarquía y si había una institución que representaba a esa clase era el Jockey Club, que había sido fundada por Carlos Pellegrini en 1882 y que por esos años era presidida por Félix de Alzaga Unzué.
El Jockey Club entre otras cosas, controlaba el turf, era dueña de los hipódromos de Palermo y de San Isidro, los dos estadios más importantes del país.
Por esos años, o como ocurrió casi siempre, el deporte era el principal esparcimiento de las clases populares, el futbol, el box y el automovilismo movilizaban multitudes. Pero hasta mediados del siglo pasado y algo más, el turf gozó de una popularidad similar a esos deportes y hasta a veces superior.
Había un porcentaje altísimo de población «burrera» y a diferencias de otras disciplinas, el turf no necesitaba del apoyo del Estado, se bancaba solo y generaba cuantiosos dividendos, administrados por el Jockey Club.
Lo primero que pensó el presidente Juan Domingo Perón fue competir, y que sea el Estado el que administrara un hipódromo popular. El lugar elegido para montar un estadio que disputara la primacía de Palermo y San Isidro fue una porción de tierra fiscal en la zona de Campo de Mayo, en la zona norte de Hurlingham. Se preparó allí una pista de 1.500 metros, se levantaron dos pequeñas tribunas hasta que los planes cambiaron drásticamente.
El 15 de abril de 1953 mientras Perón hablaba desde los balcones de la Casa Rosada, explotaron dos bombas en las inmediaciones de Plaza de Mayo provocando cinco muertos y un centenar de heridos. La respuesta no se hizo esperar, esa misma noche, la sede del Jockey Club (el día de su 58° aniversario) fue incendiada por manifestantes peronistas, también atentaron contra locales partidarios opositores.
Pocas semanas después, el gobierno, con aprobación del Congreso despojó al Jockey Club de su personería jurídica y perdió el control de sus hipódromos. El «club de la oligarquía» dejó de controlar el turf nacional y todo su patrimonio pasó a manos del Estado.
Con esa drástica medida, la construcción del nuevo hipódromo no tenía sentido. Las instalaciones que se habían armado pasaron al Club Hípico Militar San Jorge, hasta que en 1956 (ya con el peronismo derrocado) las cedió, a la Asociación Bonaerense de Trote y así nació el Hipódromo de Hurlingham, dedicado a la competencia de trote, que son carreras de caballos que trotan (si galopan se descalifica) y tiran de un sulky conducido por un driver.
El hipódromo lleva el nombre de Hernán Ayerza que fue el fundador y primer presidente de la Asociación Argentina de Trote en 1940. El «Trote de Hurlingham» tiene entrada sobre la calle Combate Pavón, pero todo su predio está sobre el Partido de Tres de Febrero.