por Laro Bialobrzeski.
Nicolás Gustavo Tacconi es actor, guionista, director y productor hurlinguense. En el 2013 escribe, produce y dirige el documental «Aire de Chacarera», sobre la figura del gran folklorista Mario Arnedo Gallo. En 2017 filma su segundo documental «Los Rayos», en el que sigue el rastro de una generación de músicos que vivían en Hurlingham en las décadas del 70 y 80 y en el 2021 estrena «Bigli», su primera película de ficción, en la que Luis Luque brilla interpretando a un periodista veterano que debe lidiar con la viudez, el alcohol y el cuidado de su sobrina.
Una nota no debería invertir sus protagonistas; al menos eso es lo que dice el Manual Kapeluz del buen periodista bonaerense. Tengo un amigo (del que no voy a dar su nombre dado que es una persona reservada), pero mi amigo Isaac me dice siempre que para escribir hay que pensar, como si de esto se tratara el oficio. La escritura es como el pensamiento, no es exacta; exactas son las matemáticas y ni hablar de la matemática del cuerpo, la que te dice que hacer o qué neurona mover para pensar. Isaac tiene razón y, de hacerle caso, la escritura no va a caer en una mediocridad general o si, depende de quién lo audite.
Ahora bien, la charla de un sábado apacible entre nuestro protagonista y su mundo se da en la pizzería El Imperio, emplazada desde 1938 en esa esquina porteña, notable como la pizzería, de Corrientes y Lacroze, donde se produce una de las mejores pizzas de Sudamérica, sin discusión alguna.
Llegás al lugar, ingresás empujando la puerta roja doble ala y ahí no más te recibe un Carlitos Bala estatua, inmutable, con una sonrisa sarcástica y bonachona típica suya. Las mesas abarrotadas de mediodía reciben parroquianos dispuestos a disputarse esa porción que saben que están de más y que de enfriarse podría dejar sin vesícula al más preparado físicamente. Luego de buscarlo y llamarlo por teléfono lo veo en una esquina de una mesa junto a un cuadro de Carlos Gardel.
Nicolás Tacconi hace una seña/saludo. De sonrisa tenue y con probabilidad de abrazo, saluda de forma amable y se le ilumina la cara. Siempre con la mirada perdida en algún futuro proyecto o ganas de dormir una de esas siestas inclasificables que hacen historia, nuestro protagonista empieza a hablar con mucho para decir y más para pensar.
Cuenta que tiene tantas ideas como proyectos, que la gente está muy irascible con situaciones cotidianas que podrían resolverse fácilmente sin tantos complejos. Llega la moza de trenza extensa y mirada perdida, con mucho maquillaje para la situación, pero está bien igual.
Nico primerea y juega bien: pide una (porción) de jamón y morrones (muy buen jugado) y una doble de cebolla, te hace sentir campeón en Qatar. Las cervezas de envase verde abre el imaginario y nuestro protagonista se desarma en elogios hacia el cine de Cowboys o FarWest, como por series foráneas que lo dejaron maravillado. Me muestra un complejo donde van cineastas para sentirse fantásticos y acomodar egos en habitaciones lujosas, algo de lo que él no se siente parte (o no tan parte). Tacconi es un realizador cinematográfico, director es una palabra de buen marketing no más que eso.
Escribió y dirigió «Aires de Chacarera» y lo continuó con «Los Rayos» (una. 1. Historia del Rock hecho en Hurlingham) para cerrar esa primera (?) trilogía con «Bigli» un relato fantástico con un Luis Luque brillante.
Entre los proyectos que baraja hoy está muy firme el que da título a esta nota «El perfume de las flores secas» y hay otro llamado «Los Andantes», ambos proyectos están en estado de elaboración constante.
La simpleza de Nicolás al hablarte del mundo del cine desde adentro, de lo que conlleva armar una historia así y del cansancio que te produce, lo hace pensar en abandonar todo e irse a refugiar en la poesía o en otros ámbitos don-de se mueve totalmente alejado de la cámara. Pero Nico hace cine porque siente la necesidad de contar, transmitir y de volver a contar. Si no se explica esa gema de culto llamada «Los Rayos» una película que cuenta de alguna forma el génesis del rock en Hurlingham. Nico Tacconi filma como cuenta las cosas cotidianas, ahonda más en el humano que en la (supuesta) estrella de rock, en el caso Rayos, juntó un par de amigos (Fernando «Popa» Arnedo y Esteban Bigliardi) los subió a un Mehari y desde ahí hizo descubrir a más de un desprevenido rocker suburbano que algún vecino de su barrio era, ni más ni menos, un músico que gestó el rock en la ciudad.
Se lo nota cansado siempre, se ríe cómplice de una realidad que no le es ajena pero que trata de obviar, tal vez lo mejor de él esté en su próximo proyecto de cine. Así fue cuando hizo «Bigli» con Luque y sus amigos Ana Katz y Bigliardi, o cuando hizo «Aire de Chacarera» con Popa Arnedo y revitalizó la figura de Mario Arnedo Gallo…
Tal vez está sumergido en la humildad de los grandes realizadores de los que esquiva la mirada, pero se sabe (se ve) parado en los hombros de los gigantes; aunque esto no le quite el sueño y lo siga tomando así, como una nota más en ese cuaderno que anota próximos películas.
PUBLICADO EN EL CLÁSICO edición de de mayo 2025