Acariciando lo áspero: una mirada sobre la campaña electoral

Por Gustravo M. Russo. 

Qué fácil resulta, en tiempos electorales, adoptar  por parte de los sectores más reacios a la integración colectiva, un dispositivo político comunicacional basado en un compromiso puro y expresado por tips. En la arena política, que se extiende por los medios, tenemos el enfrentamiento entre el “Yo decido”  contraponiéndose al  “Sí a la vida que queremos”.

Qué significado encuentro en el Yo decido.

En primer lugar, el yo, es contener el eje en el individualismo meritócrata. Todo cambio pareciere partir del sujeto que decide. Se carga las tintas en él. Ahora, ese individuo que supuestamente decide por la opción de Juntos, lo hace con una caracterización de la imagen. La cara del “Yo decido” tiene que estar preocupada, debe mostrar consternación seria, incluso angustia. Con esto no se juega. Claro, se debe mostrar publicitariamente, lo tétrico que significa seguir estando bajo el régimen de un gobierno que nos roba: el poder estar mejor, la libertad y esa esperanza de vivir como Dios manda.

Entonces, es elemental para este sector, que solo bregó por acrecentar sus privilegios y riquezas, continuar en ese camino de diferencias, ayudado por el blindaje mediático. Obteniendo así, un mejor abroquelamiento de los propios, no dejando escapar a ninguno para ser mucho más impermeable ante los planteos procedentes del populismo, que tanto rechaza. Utilizan la palabra: TRABAJAR, repetitivamente y sin detenerse en darle, un sentido de pertenencia. En una palabra, marketinean,  sobre conceptos vacíos de contenido.

El Yo decido, es mantener inamovible esa idea rancia de unidad, contra ese enemigo del pueblo, llámese peronismo, comunismo o populismo. Volcando un subliminal mensaje de pesimismo pero originando una actitud fuerte, creada por ese relato elitista y contundente de siempre.  El Yo decido, es disciplinador  y carece de toda discusión. Por eso se lo presenta lúgubre, seco, sin  alegría, con caras acongojadas, compungidas, no sabiendo que les depara el destino en caso de que la barbarie peronista gane. Es por eso, que deben mirar angustiosamente a la cámara y presentar a la duda, como mejor forma sujetadora de votos. No hay lugar para pensar en otra cosa, más que en esa preocupación.

En cambio, el Sí para una vida mejor, está llenas de propuestas. Piensa más allá de lo publicitario, va en la búsqueda de un consenso natural con la diversidad cultural, con un posicionamiento político lógico, sin ocultar nada. El propone una agenda legislativa progresiva, que puede perfectamente a futuro chequearse, por parte de cualquier ciudadano y/o medio opositor. El Yo decido, no ofrece nada, tira frases rimbombantes que apuntan a lo emocional, privadas absolutamente del probable control poblacional. Mientras el , verdaderamente decide jugar políticamente desde la mirada colectiva, integradora y diversa, el Yo decido, se esconde en su propia mezquindad, observándose el ombligo permanentemente. Cuando, el Sí del Frente de Tod@s,  avanza con la política de su lado, como herramienta transformadora de un sociedad, Juntos lo hace con un espíritu diminuto, con mucha falta de generosidad y nobleza vocacional de hacer política. Presentándose ante la sociedad, con una tacaña carta que recomienda el recetario de siempre, con ajuste de gastos financieros, endeudamiento con acreedores externos que faciliten el negocio familiar y una perspectiva negacionista contra los valores históricos nacionales que contiene nuestra vida democrática. Empeñándose nuevamente en un fracaso desdichado, de la mano de la dirigencia corporativa empresarial, que actuó durante el 1989 al 2001 y desde el 2015 al 2019. Como cuando se desposeyó a la ciudadanía de cuantiosa suma de  derechos adquiridos, incluso los de propiedad, con la fuga de capitales y el aporte de la emparchada medida confiscadora del corralito financiero. Hoy solicitando, quitar la indemnización del laburante.

Es por lo analizado, que el domingo 14 de noviembre, los argentin@s debemos escoger por dejar atrás los prejuicios instalados por los seudos-libertarios del cargo público. Pensar, que las expresiones de los Frentes de Izquierdas, por más unidas que se muestren no alcanzarán. 4 o 5 diputados nacionales en el Congreso, no potencian ni la revolución agraria, como tampoco el consenso de un dictamen propio de minoría. La fuerza debe erigirse a ese adversario neoliberal, que por más que se presente en sociedad como atomizado, es claro que en la labor parlamentaria, se unirán por el espanto del odio a la Alianza “Cambiemos”  de Juntos.  Permitir que eso ocurra, es otorgar una ventaja nefasta e innecesaria, que únicamente logrará posponer el trabajo de la genuina  salida económica de la pandemia.

Los macristas del “Yo decido… trabajar, trabajar y trabajar”,  reyes de los vocablos marketineros huecos pero con miras a las elecciones 2023,  ya están pensando en cómo frenar el desenvolvimiento legislativo,  motivando un golpe blando institucional para frenar definitivamente y condicionar la gestión del gobierno. Nosotros, no podemos permitirlo, requerimos imperiosamente de este gobierno, para despegar sin estorbos a la post pandemia, articulando ampliamente  y  sin cesar: precios, empleo y  producción. Nada fácil.

No es tiempo para desconocer, que estamos frente a dos posturas antagónicas políticas muy firmes por las cuales optar. Es un momento clave para ensanchar la grieta e ir a fondo. No debemos, volver a caer, en seguir acariciando lo áspero del neoliberalismo misógino, opresor, ajustador y empobrecedor serial. La tarea es impulsar electoralmente, la verdadera  posibilidad que hoy con sus matices  representa, el Frente de Tod@s.

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