Falleció Renzo, el joven que se había contagiado de fiebre amarilla en Brasil

Familiares y amigos dieron el último adiós al joven Renzo Gagliano que falleció luego de estar más de  cuarenta días internado en una clínica de Capital Federal,  tras haberse contagiado de fiebre amarilla. Renzo fue infectado por esta peligrosa y mortal enfermedad  en Brasil a donde viajó con amigos en un crucero a principios de marzo.

Cuando regresó de su viaje ya se encontraba con síntomas como fiebre muy alta y el característico color en la piel que le da su nombre.  Tras ser  diagnosticado ingresó a la Clínica La Trinidad Mitre donde estuvo internado 42 días.

Todo parecía poder tener un desenlace mejor para él, cuando el día 26 de marzo apareció un hígado compatible con el suyo y se convirtió en  el primer argentino trasplantado por esta razón en el país. Sin embargo,  a pesar de las oraciones de sus afectos y el esfuerzo médico, el pasado 7 de mayo en horas de la tarde Renzo falleció.

“Renzo se me fue con Dios” fue todo lo que pudo decir muy conmovido Alberto,  su padre.

Ya se habían dado en el año dos muertes en el país de gente que se contagió también en el país vecino. Uno de ellos fue un jubilado de 69 años que vivía en Lanús y había viajado con su nieto de 14 años. Ninguno de los dos se había vacunado y sólo sobrevivió 13 días a su regreso. Otro hombre, de la misma edad, pero oriundo de Cipolletti y que tampoco se había vacunado fue la otra víctima fatal. 

Recomendaciones

Según el Ministerio de Salud de la Nación, la principal medida de prevención es la vacunación de las personas que viven en zona de riesgo, especialmente aquellas con un contacto cercano a la naturaleza. Esta medida también deberán tomarla aquellos viajeros entre 9 meses y 60 años que viajen a estos destinos y que no tengan ninguna contraindicación médica.

Las autoridades aconsejan hacer una consulta previa con un médico de cabecera, antes de aplicarse la inyección.

La vacuna contra la fiebre amarilla es accesible y una sola dosis es suficiente para obtener inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de una segunda dosis de refuerzo.

La infección no se transmite de persona a persona. Los síntomas más característicos aparecen entre tres y seis días después de la picadura: fiebre mayor a 39 grados, escalofríos, cefalea, náuseas, mareos, malestar general, dolor muscular, congestión nasal y bradicardia relativa.

 

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