Hay un cambio de época

NOTA 7. Apertura 3

Por Rody Rodriguez ||

Evidentemente Hurlingham vive un tiempo distinto. Así lo sienten y lo demuestran los propios protagonistas de la política local. Todos hablan de un mejor clima institucional, hablan hasta de un «nuevo paradigma».

Todo esto quedó demostrado en la apertura de sesiones ordinarias del viernes pasado donde el intendente pudo expresar su balance de apenas de 100 días de gestión y adelantar sus propuestas al Concejo Deliberante en pleno. No faltó ningún concejal. No hubo gritos. No hubo insultos.

El intendente Juan Zabaleta tomó la tarea de este primer acto con la responsabilidad y la seriedad que el evento merece. Leyó su discurso, cuando es habitual en él la improvisación. No quiso pasar por alto datos, priorizó el detalle de la gestión por sobre los contenidos partidarios.

La escena vivida en el Centro Cultural de la Municipalidad de Hurlingham el 1° de abril dista mucho de las vivencias experimentadas en las sesiones inaugurales pasadas.

Ocurre que Luis Acuña había hecho del enfrentamiento constante un modo de gobernar, y se le había hecho costumbre maltratar a los opositores.

En los últimos tiempos, ante lo evidente, los concejales que no comulgaban con el ex intendente, no iban a la sesión y no por eso Acuña dejaba de insultarlos.

Un bastardeo penoso de lo que supuestamente representa el Concejo Deliberante.

El análisis parece exagerado, pero alcanza con repasar algunos episodios de las sesiones inaugurales que tuvieron a Luis Acuña como protagonista.

No hace falta ir muy lejos. El año pasado, por ejemplo trató de pelotudos a los dirigentes de la oposición. Hace un par de años hasta el periodista Alejandro Fantino la ligó, cuando Acuña ironizó sobre sus inclinaciones sexuales.

Acuña siempre tuvo la costumbre de calificar al Concejo Deliberante como «La Casa de la Democracia», caracterizándola como el ámbito natural para el debate, para las discrepancias, pero a lo largo de los años la teoría quedó pisoteada por los habituales arranques agresivos del ex alcalde hacia sus adversarios. Adrián Eslaiman, Rodrigo Alvarez, Patricia Fernández, Esther Barrionuevo, fueron algunos de sus elegidos. Más cerca en el tiempo centralizó su ira en Zabaleta, aunque optaba por no nombrarlo

Pero todo esto son solo algunas anécdotas que sirven para decorar la intención de fondo que es contrastar dos estilos de entender la práctica política.

Lo que hoy se ve en Hurlingham, representando por el intendente y por concejales de distintos bloques políticos, es la convicción de que confrontar no es agredir, que no hace falta insultar (y ni siquiera gritar) para ejercer autoridad, que dialogar, buscar consensos, no son muestras de debilidad en ninguna actividad y mucho menos en la política.

Es verdaderamente gratificante observar que hoy se impone otro modo de dirimir las diferencias partidarias. Es alentador que muchos de los jóvenes dirigentes que hoy tienen cargos de responsabilidad política en el distrito, sean los causantes de este cambio de época.

Esto no significa que de golpe Hurlingham se haya convertido en un paisaje de perfección política. Tampoco garantiza la buena gestión de Zabaleta como intendente y una tarea efectiva de Martín Rodríguez, de Carrasco, de Aragón, de Sívori, de Ghergo o Cecilia Sáenz, entre otros, como concejales. Es simplemente destacar un camino elegido. Así como dicen que las comparaciones son odiosas, también son inevitables, y en ese contraste, se siente, sin lugar a dudas, un clima que dignifica la política. Es un buen inicio.

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