Hurlingham 1995

Hurlingham. Acuña, Luis Vazquez, Domini, Paz, Juanjo, Oporto, Arnedo

Diciembre de 1995. Primer conferencia de prensa de las autoridades del nuevo municipio. En las instalaciones del club El Retiro, de izquierda a derecha: Luis Acuña (concejal), Luis Vázquez (secretario de Hacienda), José Domini (concejal), José María Paz (secretario de Salud), Juanjo Alvarez (intendente), Mario Oporto (secretario de educación, cultura y entidades intermedias), Fernando Arnedo (presidente del Concejo Deliberante) y Raúl Zurita (concejal).

 

Por Fernando Arnedo.

Ex concejal y ex intendente interino de Hurlingham.

Los aniversarios, como los fines de año, siempre nos tientan al balance, lo que no está mal si somos capaces de ejercer con cierta precisión el difícil oficio de la memoria, práctica volátil y de natural engañador.

De todas formas, y aún a riesgo de omitir, entiendo que vale la pena intentarlo y tratar de recordar aquél Hurlingham que a fines de 1995 se transformaba en un nuevo Municipio, y explorar luego los senderos del tiempo, en el afán de ver a donde nos conducen.

Aquel Hurlingham con montones de ramas en las veredas que no se retiraban nunca; un Hurlingham en penumbras; ese Hurlingham que se inundaba periódica y sistemáticamente, donde cuando llovía un poco media plaza de Villa Club desaparecía bajo el agua por una semana, y en el que un buen chaparrón nos procuraba de inmediato 70 cm. de agua y cientos de casas anegadas en calles como Acasusso, Mascagni, Schumann, Bolívar, D´ell Eva, Albeniz, Castro Barros, Finochietto; aquel Hurlingham donde al costado de la Avenida Roca  aparecía un hueco oscuro al que llamábamos plaza, territorio que se constituía al amanecer en un cementerio de botellas rotas, jeringas descartables e indicadores varios de miserias diversas.

Por aquél entonces “el hospitalito” languidecía librado a la suerte de lo que AVHOS y  algunos sueldos que pagaba Morón pudieran hacer; las salitas de atención primaria eran precarios recintos donde solo podía curarse lo que la buena voluntad puede curar.

En Barrio Luna, al igual que más allá de Camargo, más allá de Pedro Díaz, mas allá de Villegas, más allá del cementerio Parque, salvo alguna mínima excepción, el asfalto no existía.

La Avenida Pedro Díaz era un deformado camino, originalmente de asfalto, desdibujado por manchones de tierra, cascote o parches de irreconocible material; donde hoy se alza  el Centro Cultural, entre los cardos emergían las ruinas sin techo del que fuera el Club de los Obrero de Italar. Frente la estación de William Morris un importante y maloliente zanjón opacaba las ansias de crecimiento del polo comercial más importante del nuevo Partido.

Paulatinamente se fueron llevando adelante sucesivas mejoras, pavimentaciones y repavimentaciones, la construcción del Centro Cultural y el edificio Municipal; importantes obras de desagüe en Villa Club y Parque Johnston, la construcción de nuevas salas de atención primaria; el laboratorio de medicamentos; el microestadio municipal, la planta de tratamiento de líquidos cloacales, y lentamente el desarrollo del tendido cloacal.

La crisis del 2001 nos golpeó fuerte, sus causas o sus efectos se llevaron a Good Year, CALSA, Sancor, Cidec y varias Pymes, achicando significativamente la capacidad de empleo local.

A partir de 2003 y al calor de las nuevas políticas nacionales, en cuanto a la industria y la obra pública, nuestro Distrito volvió a progresar.

Indudablemente hoy, tenemos muchas cosas más que nos han mejorado nuestra calidad de vida, pero no hemos conseguido ser una sociedad mejor. Nuestra sociedad sigue teniendo un alto nivel de fragmentación en el que las pocas diferencias que nos separan nos impiden advertir el sinnúmero de coincidencias que debiéramos utilizar como trampolín social para la realización de todos.

El Capital Social con que cuenta nuestro Partido es inmenso, la cantidad de organizaciones sociales existentes es claro indicador de esta riqueza nacida a partir de la vocación de hacer y participar de una multitud de hombres y mujeres de Hurlingham. Sin embargo no hemos tenido la capacidad, como sociedad en su conjunto, de fijar los objetivos mayoritariamente deseados en lo educativo, lo urbanístico, lo productivo, lo laboral; como tampoco en lo relativo a la seguridad, la educación, el deporte, la cultura.

En aquellas cuestiones en las que resulta indispensable la estrecha articulación de lo público con lo privado no nos ha ido bien; el Foro de Seguridad y el Consejo Consultivo nunca funcionaron, el Código de Ordenamiento Urbano sigue en una absurda lista de asignaturas pendientes, no hemos conseguido armonizar, de forma coherente y conocida por todos, los esfuerzos de las Organizaciones no Gubernamentales con los trabajos del Municipio, Municipio éste del que todos somos parte, si bien con responsabilidades y facultades distintas .

Intendente, Concejales, Consejeros Escolares, Cámaras Empresarias, Sindicatos, Colegios Profesionales, Clubes, Escuelas, Iglesias, Sociedades de Fomento, Organizaciones Sociales de todo tipo, medios de difusión y simples vecinos conformamos eso que llamamos Municipio, cuya mejora general siempre es producto de una adecuada interacción y vinculación de todos.

Quizás sea el tiempo de la articulación social, de la solidaridad ordenada, del planeamiento, de la complementariedad de sectores; un tiempo en que el todo empiece a ser más que la suma de las partes.

Inevitablemente jamás conseguiremos pensar todos igual; esto es tan fatalmente cierto como que hay infinidad de cosas en las que coincidimos; la gran disyuntiva consiste en ponernos de acuerdo en qué vamos a priorizar: ¿Las coincidencias sobre las disidencias? o a la inversa.

En este dilema está encerrado el futuro de nuestro Distrito.

Nuestro peor enemigo es el seguir creyendo que solos o entre unos pocos se pueden resolver los problemas de todos, pretendiendo hacerles creer a los más que son parte protagónica de un juego en el que en realidad no participan ni opinan. Se puede insistir en esta farsa, pero los tiempos indican que ya son pocos los que creen en ella, y menos aún los que en este juego están dispuestos a asumir el lugar de “punto”.

No está demás recordar que, este, nuestro Partido, nació bajo la utopía de la participación.

No resulta necesario ser un memorioso para recordar las multitudinarias reuniones de entidades intermedias, celebradas mensualmente en los primeros años de Hurlingham como municipio; el Congreso Municipal de Seguridad del que participaron todas las entidades y todos los sectores de nuestra sociedad, que tuvo por resultado una política de Seguridad Municipal  que trascendió los límites de nuestro Partido; la conformación de la Comisión Municipal de Industria, integrada por industriales Pymes y un representante municipal, apuntada a orientar la política industrial del Municipio; ámbito en el que se acuñaron por varios años las iniciativas de la Expopyme que, lamentablemente hoy, ya no se lleva a cabo.

El desarrollo de estas iniciativas además de útiles y concretos resultados, tenía la particularidad de producir un nivel de participación muy alto, lo que indudablemente mejoraba y enriquecía ilimitadamente nuestra institución municipal, conformando en nuestros inicios una personalidad política que nos distinguió al margen de ideologías y banderías políticas.

Los hombres disponemos de una sola herramienta para mejorar el conjunto de nuestras sociedades: la Política; no es necesario ir a un comité ni a una unidad básica. Con compartir con quienes conocemos nuestros comunes problemas, buscando sus eventuales soluciones y adoptando las actitudes propias de hombres y mujeres libres que quieren una sociedad mejor para sus hijos es suficiente.

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