Hay más de 100 comercios de origen chino distribuidos a lo largo y ancho del distrito, sobre todo en las zonas periféricas. La mayoría de ellos no están habilitados. Muchos consumidores los eligen antes que a los supermercados por sus precios.
En Hurlingham hay superpoblación de autoservicios chinos. Hay dos veces más super chinos que farmacias. Extraoficialmente se dice que hay 108, pero muy pocos tienen los papeles en regla, apenas un 10 % está habilitado aunque todos trabajan en una zonificación que no permite la instalación de este tipo de negocios.
La nueva gestión municipal está haciendo un relevamiento para poder regularizar esa situación, no solo con los autoservicios, si no con los demás rubros. Parece que no es una tarea sencilla ya que no habría registro de empresas habilitadas.
Esta falta de registro es una de las respuestas para entender cómo es posible que tanta cantidad de comercios pueda trabajar en forma irregular. Muchos de ellos tienen pendiente trámites de vías de excepción y otros trabajan al margen de la ley con llamativa impunidad. La falta de rigurosidad o distracciones en la labor que lleva adelante el Juzgado de Faltas puede ser otra de las respuestas.
El Juzgado de Faltas es el organismo encargado de controlar y fiscalizar el correcto cumplimiento de las ordenanzas municipales. Rafael De Franchesco está al frente del Juzgado desde su creación, que coincide con la del municipio hace más de 20 años.
Justamente hace 15 años, comerciantes de William Morris y de Km 18 le advertían a De Franchesco la intención de capitales orientales de instalarse en la zona.
El Juez de Faltas manifestó en ese momento, que “no estaban dadas las condiciones legales para que supermercados chinos llegaran a Hurlingham”. Era abril de 2001. El intendente era Juan José Alvarez y el presidente del Concejo era Luis Acuña.
Para los autoservicios y los almacenes de barrio, la llegada de autoservicios chinos era toda una amenaza. La situación economíca era realmente acuciante para los medianos y pequeños empresarios locales que consideraban una competencia desleal los emprendimientos orientales.
El 18 de mayo de 2001, medio centenar de empresarios se movilizaron desde Km. 18 hasta el municipio, (en ese entonces ubicado en Delfor Díaz 1660). Los manifestantes reclamaban al municipio que no permitan el funcionamiento de los super chinos. Juanjo Alvarez les dijo que se quedaran tranquilos, que el municipio estaba «al lado del comercio local».
En octubre de 2001, Alvarez dejó la intendencia en manos de Luis Acuña, que ocupó ese cargo hasta diciembre de 2015. En sus 14 años de mandato, los chinos encontraron evidentes facilidades para instalarse en cualquier rincón del distrito.
Naturalmente, los consumidores los fueron eligiendo este tipo de comercio, (ver página 4), sobre todo por vender a precios más económicos, aunque en el imaginario popular aún persiste la idea (de difícil comprobación) que los chinos apagan sus heladeras para consumir menos energía sin preocuparse por mantener la cadena de frío de algunos alimentos, eso sin mencionar leyendas más escatológicas sobre supuestos hábitos.
Los consumidores eligen a los chinos por sus precios
Por Aldana Farinelli ||
Los consumidores se ven en la necesidad de buscar precios para poder llegar a fin de mes y encuentran la solución a su bolsillo en los almacenes barriales y en los «chinos» que son los que ofrecen los productos a menor costo.
La diferencia de precios se puede ver en productos como la leche entera «La Serenísima» que en un supermercado chino cuesta $17 en sachet y $22 en cartón, pero en un hipermercado como Carrefour, vale $18,80 y $24,50 respectivamente.
«Hay que hacer economía en la comida. Camino, busco precios, voy comprando de a poco para que me alcance» cuenta Rosa, consumidora de los «chinos» de Villa Club y agrega: «Esta todo muy caro, en todos lados, pero los chinos son más baratos. Se puede ahorrar más».
Sin embargo algunos consumidores no eligen los chinos pero sí otros almacenes de barrio. Tal es el caso de Viviana, vecina de Hurlingham, que explica: «Elijo los almacenes de barrio que voy de toda la vida, ya los conozco. Compro ahí la leche, el yogur, fiambre. En los chinos compro otros tipos de productos, los fiambres no se ven tan frescos».
Otros como Marcela argumentan: «Voy a los chinos si necesito algo en particular o en cosas que hay mucha diferencia de precio, pero si no, voy a otros almacenes del barrio que puedo pagar con tarjeta».
Los autoservicios barriales coinciden en algunos precios con los «chinos», como la Manteca La Serenísima con un valor $29 en todos los comercios consultados, pero en otros casos se asemejan más a los de las grandes cadenas de supermercados.
Así, los fideos más económicos «Favorita x500 gr» en un chino cuestan $7 y en los demás mercados llegan a los $9,25. Por su parte, la harina «Blanca Flor» mantiene el mismo precio de $15 en ambos mercados, pero una segunda marca como «Favorita» cuesta $9 en el barrio, y $12,25 en el hipermercado.
Sin embargo los «chinos» ofrecen otros productos que en las grandes cadenas no se encuentran u ofrecen poco stock, como es el caso del Pan Lactal «Gran Sacaan» que en los primeros cuesta $29,50 y en el supermercado no estaba ofertado.
Así mismo Mirta, vecina de Villa Club cuenta: «Compro en los supermercados grandes cuando hay alguna oferta, o si hago compras grandes, pero hoy en día no conviene. Es un gasto muy grande».
Y agrega: «Siempre me terminan quedando cosas por comprar que por la diferencia las compro en el barrio como los rollos de cocina que se consiguen a $11 en un chino y en Carrefour están muy caros. En los supermercados grandes compro las bebidas cuando hay promociones».