Por Matías Benítez / matiasbeok@outlook.com
Ariel «Chucho» Ortigoza es el presidente del Club Quinta de los Pibes desde hace 4 años. De una familia muy ligada al club, cuenta los orígenes de esta institución y su experiencia como máximo dirigente, también rebela otras cuestiones: ¿Cuál es el perfil de los técnicos y jugadores que llegan al club? ¿Contra quién juegan «el clásico»? ¿Cómo fue la experiencia de Nehuén Pérez?
Fundada en el año 1957, Quinta de Los Pibes es una de las instituciones más ganadoras de la historia del futbol infantil de Hurlingham. Año tras año, sus categorías están ahí arriba compitiendo en lo más alto. El club se encuentra ubicado Dante 2868, en William Morris. Su presidente, Ariel Chucho Ortigoza, abrió las puertas del club para esta entrevista, y así conocer la historia y actualidad de una de las entidades más populares del partido de Hurlingham.
-¿Cómo fueron esos inicios fundadores del club?
-Esta es una institución de casi 65 años. Yo vengo de una familia que estuvo desde el principio en el club, mi suegro, Coco Peralta fue presidente y la abuela de mi señora era la que en esa época cocía las camisetas. Antes, el club no era este sino una cancha de 11 situada a un par de cuadras. Una señora la donó para el barrio y de ahí vino el nombre. Quinta de los Pibes, siempre fue un club pasional y muy barrial desde el inicio.
-¿Qué recordás de tus épocas de jugador?
-Yo soy categoría 73, imagínate que todavía no estaban las tribunas de ahora sino unos troncos de palos de luz para que la gente se siente.
Recuerdo que hacíamos fila con unos vasitos para tomar agua que sacaban de la bomba. No era una liga de Hurlingham sino de Morón y nosotros nos íbamos a pasar el día, salíamos a las 12 del mediodía en micro y volvíamos a la noche.
-Y sin celular viajaban…
-¡Pero claro! (se ríe). Nuestra única diversión era jugar al futbol. Era lindo cuando te tocaba salir en micro porque uno recorría otras zonas. ¡Qué tiempos aquellos!
-Y ahora que te produce entrar al club y verlo así de cambiado.
-El techo, por ejemplo, fue la gran obsesión de Joaquín Guevara, una persona muy querida en el club que siempre nos decía «hay que hacer el techo». Pudimos lograrlo gracias a los corsos y también al trabajo de toda la gente: técnicos, delegados, jugadores y familiares.
-Y a vos: ¿Qué se te dio por incursionar en la política del club?
-Primero, uno comienza como todos, trayendo a su hijo al club. Un día, viendo sus prácticas un técnico me pidió una mano, entonces pasé a ser ayudante de la categoría 2001 y luego comencé como técnico. Con el paso del tiempo me convertí en sub-delegado. Yo tenía un anhelo de ser presidente por venir de una familia de dirigentes del club, y acá estamos, ya casi 4 años. Tratamos de ponerle la mejor en todo.
-¿Qué características tiene que tener el presidente de un club de barrio como este?
-No te podés relajar porque Quinta de los Pibes demanda que estés en muchas cosas a la vez. Tenés que ser muy cuidadoso con todo. Y cuando suceden problemas hay que poner el pecho, dar la cara y no esconderse nunca.
-Respecto a los técnicos, ¿Qué perfil buscan para que dirijan en el club?
-Si los técnicos son del barrio y jugaron acá, mejor, porque ya conocen lo que es Quinta y saben lo que buscamos. Las condiciones son varias: tienen que tener compromiso, paciencia y responsabilidad. También ser respetuosos con los chicos y saber tratar con los padres.
-¿Y qué buscan generar en los chicos que vienen a probarse?
-Buscamos lograr una mentalidad ganadora y competitiva. Claro que podés perder, pero los que juegan acá lo dejan todo. Y la mayoría de los pibes son de acá, muchos de ellos comienzan de chicos y cuando terminan pasan a veteranos para seguir jugando. En Quinta hay que salir a ganar siempre.
-Decime la verdad: la relación con los padres ¿Cómo es? Me imagino que a veces se complica.
-Hay padres que son tranquilos, pero hay muchos que piensan «con mi hijo me salvo» y quieren que sus hijos se conviertan rápidamente en Messi. Pero hay que dejar a los chicos que vayan de a poco.
-¿Sucede que hay padres que quieren que sus hijos logren lo que ellos no pudieron en el futbol?
-De esos casos hemos tenido muchos, pero nosotros decimos «lo que vos no fuiste no quieras inculcarlo en tus hijos, dejalos que jueguen y que disfruten». Y que aprovechen a verlos porque el tiempo pasa rápido y después extrañas volver a verlos jugar, como me pasó a mí con mi hijo.
-Y hablando de competitividad, ¿Con qué clubes ustedes tienen el clásico?
-Mirá por lo que yo estuve averiguando, clásico histórico es con el club 1° de Mayo. Después, en estos últimos diez años, con Escuelita de San Damián, Barrufaldi y Estudiantes. Ante Escuelita se arman muy buenos partidos. Yo vine a ver un partido de Quinta y hay un clima tenso, como de presión. Eso es porque Quinta no tiene partidos para relajarse, todos nos quieren jugar a morir a nosotros. Siempre tenemos ese clima de euforia.
-Y la presión de afuera ¿El chico la siente?
-Si, se siente. Con algunos chicos no pasa nada, pero hay otros que pueden ser muy habilidosos pero se paralizan. Nosotros igual les decimos que es un partido.
-Algún partido o momento que recuerdes y por qué.
-Personalmente, el último partido que jugó mi hijo en la 2002. Todos llorando: padres, técnicos, jugadores. También cuando dirigí a la 2011 y salimos campeones por primera vez. Pero después te puedo contar un montón de momentos, por ejemplo, la categoría 2004: de 10 años que jugó, salió campeón 9 veces, y la otra salió segundo.
-¿Cómo se están organizando con el fútbol femenino?
-Las pibas la verdad te asombran, no sabés como entrenan y como juegan los partidos. Nosotros tenemos un equipo muy competitivo. Se lo toman muy en serio.
-Por último, ¿Cómo definís a este club?
-El club donde el barrio sabe que los que juegan acá, van a dejar todo para ser campeones. Nosotros siempre cantamos: «Quinta, Quinta, Quinta: Huevo! Huevo! Huevo!
LA CUNA DE NEHUÉN PÉREZ
El hijo pródigo de Quinta de Los Pibes es Nehuén Pérez. El próximo 24 de junio cumplirá 21 años, pero ya está en la consideración del técnico del seleccionado nacional, Leonel Scaloni. Juega de central, llegó a la primera división en Argentinos Juniors, y con 18 años fue vendido al Atlético Madrid, luego fue cedido al Famalicão por una temporada, siendo elegido el mejor defensor de la Liga Portuguesa. El año pasado volvió a España, para jugar en el Granada, pero su pase sigue siendo del club colchonero.
En 2017 formó parte del plantel que disputó el Campeonato Sudamericano de Fútbol Sub-17, y en el 2019, fue el capitán de la Selección Argentina que participó del Sudamericano Sub-20. Ese mismo año jugó el Mundial Sub-20 que se disputó en Polonia.
Siempre con la cinta de capitán del equipo argentino, Nehuén fue campeón del Preolímpico Sudamericano Sub-23 en Colombia. En ese torneo le hizo un gol que fue determinante para la obtención del título. Terminado el partido y entrevistado por la televisión, Nehúen Pérez le dedicó el triunfo a «todo Morris, en especial a la Quinta los Pibes».
No es sorpresa el presente de Nehuén para ninguno que lo haya visto jugar desde chiquito. Esta es la opinión de Chucho Ortigoza: «Uno lo veía enfrentar como un campeón, pero por sobre todas las cosas él es humildad pura, muy humano. Hay partidos que nos enteramos que él llega porque se van todos a sacarse fotos y queda el club vacío, y si se tiene que sacar 200 fotos nunca te dice que no. Es un pibe muy especial. Te cuento una, la primera camiseta de Argentinos, él fue personalmente a casa a dejármela, y no tenía obligación de hacerlo. ¿Cómo no voy a estar agradecido de esos gestos? Nosotros le pusimos su nombre a una de nuestras tribunas».
Los bailes que hacían eran bárbaros, hay que acordarse de la Familia Gonzalez ( el recordado «tongo», el negro picó, los concursos de rocanroll y la Peña del sombrerito