Por Gabriela Chamorro
Camila Cánepa, Beatriz Peralta y Romina Vasco se pusieron al hombro este proyecto de ciencia comunitaria en la Universidad Nacional de Hurlingham que busca recoger datos precisos sobre los distintos niveles de violencias obstétricas que reciben las mujeres y personas gestantes. La sistematización de estos datos serán el principal material de aporte a la carrera de Obstetricia que se cursa allí para formar nuevos profesionales que respeten los deseos y derechos de quienes van a traer a sus hijxs al mundo.
Mucho hemos avanzado en nuestro país en temáticas relativas al Parto Respetado y la Violencia Obstétrica.
Las Leyes que amparan a las mujeres ya tienen varios años de promulgadas, sin embargo cuando hablamos de este tipo de violencia entramos en una especie de nebulosa en donde sentimos que no encontramos todos los ejemplos ni que están todas las definiciones en la mesa como para identificar certeramente qué es violencia obstétrica, quiénes las ejercen, cuáles son sus formas. Así lo sintieron este grupo de investigadoras que ante la gran cantidad de inscriptos en la UNAHUR en la Licenciatura de Obstetricia decidieron que tenían que hacer un aporte responsable a su formación.
“La primera pregunta fue qué está pasando en la provincia con la violencia obstétrica ¿por qué pasa? ¿de qué manera ocurre? ¿Cuándo sucede?” nos cuenta Camila Cánepa que esa información no está relevada y que es clave para poder avanzar y contestar preguntas más complejas.
A lo más “conocido” como violencia que tiene que ver con “retar” a la mujer si grita o se queja, hacerla parir en posiciones antihumanas o incluso responsabilizarla del dolor aludiendo a que cuando tuvo relaciones no pensó en las consecuencias se suman muchísimas otras más sutiles.
Camila nos habla de la “episiotomía” ese corte que se hace en el momento del parto y que debería ser una práctica consensuada con la mujer cuando la mayoría de las veces no lo es, sobre todo cuando no se trata sólo de la práctica en sí sino también de las consecuencias de esa práctica que está tan normalizada. “Yo tuve una bebé hace poco y me dijeron que no me preocupara que me iban a cortar y me iba a quedar como a una de 15 años… ¡Tanto para decir sobre esto! ¿no?, sobre estas frases tan naturalizadas que no tienen en cuenta que mi cuerpo transitó un montón de cosas, yo estoy contenta de ser quien soy y no tengo ganas de tener el cuerpo de una de 15. Ahí -y reflexiona en clave de género- está ni más ni menos que el patriarcado diciendo no sólo que tenemos que llegar flacas y espléndidas al embarazo sino que, además, hay que salir de 15 años. Estas cosas que son un divague siguen funcionando dentro del sistema y hay que hacer algo para empezar a desarmar todo eso” afirma.
Con la seguridad de que para que los derechos no se vulneren se deben en principio saber cuáles son, o sea tener esa información muy digerida y sabida a la hora de tener un bebé Camila nos cuenta que en la planificación de este proyecto decidieron que esos datos no la iban a buscar en el sistema de salud porque metodológicamente les iba a dar un sesgo muy grande.
Por otro lado se priorizó la idea de que, quien diera los datos, se encuentre en un ambiente seguro, por eso decidieron trabajar en el contexto de las aulas de las escuelas secundarias de la modalidad adultos
“Básicamente vamos a hacer encuentros, jornadas, en donde vamos a llevar actividades que impliquen la participación pero también la circulación de información en términos de derechos de salud sexual y reproductiva; de infecciones de transmisión sexual; de la ley de aborto; de distintas cuestiones que tienen que ver con cuáles son los derechos. Luego de esos encuentros vamos a abordar el tema de la violencia obstétrica, desde un lugar que trate de empoderar, de revisar esos recuerdos -si es que los hay-negativos pero desde un lugar propositivo entendiendo por qué estamos tratando de abordar esas cuestiones. La idea es que esas personas se sientan parte del proyecto, que puedan brindar esa información no para saciar una curiosidad científica sino porque eso va a formar parte de un informe que después se va a utilizar como bibliografía para formar nuevos parteros, nuevas parteras, entonces el objetivo es que eso termine volcado dentro de un círculo que idealmente vaya generando un pequeño cambio en el sistema de salud a largo plazo” explica la investigadora.
Este proyecto que lleva el nombre de “En respuesta a la violencia obstétrica: conocimiento producido colectivamente entre quienes parimos y quienes asistimos partos”, recibió financiamiento de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires a partir de la convocatoria “Ideas-Proyecto”.
El reportaje a Camila Cánepa en el programa Las Brujas que Salem