Batahola en El Palomar como en los tiempos del viejo Morón

Por Rody Rodríguez.

Insultos y golpes en la Audiencia Pública en la que se debatió sobre el aeropuerto de El Palomar. El concejal Adrián Eslaiman terminó en medio de una gresca descomunal.

Todo un bochorno. Una audiencia pública para discutir lo que ya está funcionando terminó en un violento alboroto que remite a las viejas épocas del Municipio de Morón en tiempos del intendente Juan Carlos Rousselot. No faltaron insultos, empujones, trompadas y denuncias cruzadas en la Justicia. Un escándalo que termina siendo el marco más adecuado para una situación escandalosa.
El escenario fue la Biblioteca Popular Juan Manuel Giuffra en El Palomar. Allí expusieron los que rechazan o defienden la utilización de la base aérea para los vuelos low cost.
La realización de la Audiencia Pública se hizo a pedido de la Justicia, pero como bien señaló la concejal del GEN de Morón, Sandra Yametti, «lo que es una herramienta directa y participativa de la democracia, cuando se hace tardíamente termina convirtiéndose en un medio legitimatorio que ya está funcionando».
El periodista Pepe Delgaudio, testigo de varias batallas (en el sentido bélico de la palabra) de la política moronense, relató que «los ánimos se caldearon cuando el intendente Ramiro Tagliaferro hizo uso de la palabra y su exposición sufrió interrupciones con algunos insultos, desde “tránsfuga” hasta “ludópata”, pero en medio de la bulla llegó a afirmar: ‘el aeropuerto de El Palomar 2020 será lo que fue el ferrocarril en 1860″.
Los concejales sabbatellistas, Hernán Sabbatella de Morón y Adrián Eslaiman de Hurlingham llevaron la voz cantante de los que se oponen a que la Base de El Palomar sea reconvertido en aeropuerto comercial. Cuando el hermano de Sabbatella reprobaba a los gritos los dichos de Tagliaferro, el ex concejal Oscar Alvarez exclamó: «No vuelven más» y Sabbatella le respondió: «Cállate, chorro rousselotista». En verdad, Oscarcito Alvarez es uno de los pocos sobrevivientes de la más pura extirpe rousselotista, y para rememorar viejas épocas, decidió dar por terminado el intercambio verbal y pasar a la acción directa, tomando del cuello al más joven de los Sabbatella. A partir de ese momento, la hecatombe, la debacle total, una sucesión de hechos bochornosos que involucró a concejales, funcionarios, punteros, patoteros y afines. El ex concejal Jorge Croche en su afán de separar a los violentos recibió una herida en el brazo, Adrián Eslaiman quiso ponerle fin a la «desmedida agresión a Hernán» y arrojó un trompis que tenía como destino el rostro de Alvarez, pero falló en el intento; unos patoteros afines a Tagliaferro acorde a estos tiempos de defensa a la igualdad de género agredieron a Julieta Ferrari, abogada del bloque de Nuevo Encuentro; Walter Anzorena, el responsable de la Transparencia Institucional de Morón, pedía calma en medio de una visible crisis nerviosa; Bernardo Magistocchi, director de seguridad del municipio de Morón, haciendo honor a su cargo pudo poner sobre seguro al irascible Oscarcito Alvarez. Mientras tanto el ministro de transporte Guillermo Dietrich, angustiado repetía una frase que todo hombre alguna vez susurró: «Es la primera vez que me ocurre esto».
Naturalmente todos hicieron la denuncia contado su particular visión de los hechos.
Todo un bochorno. La reconversión a las apuradas del aeropuerto en El Palomar y la irrupción de Flybondi, la empresa vinculada a Mario Quintana, el vicejefe de gabinete de Mauricio Macri se concretó en un proceso turbio que va sumando fojas en distintas causas judiciales.
En este marco tampoco llama la atención algunas operaciones de prensa, como la que realizó el portal Nexofin, con la nota «Quién está detrás de la campaña contra El Palomar y Fly-Bondi», donde en un texto más propio de un parte de inteligencia que de un informe periodístico, hace un perfil de Lucas Marisi, promotor del grupo Stop Flybondi, en el que «descubren» datos laborales, familia-res, políticos, financieros, incluso revelan que Marisi «tiene un vehículo que posee deudas de infracciones cometidas en CABA», todo para poder desenmascarar a quién dice el portal «se presenta ante los medios como un joven vecino del barrio, ajeno a toda motivación política, que brega por el bienestar de la comunidad ante la preocupación por la presencia de una pista aérea en el distrito».
El gobierno tiene decidido no dar marcha atrás con el aeropuerto en El Palomar, y que allí opere Flybondi, una empresa que desde que fue inaugurada acumuló suspensiones de sus vuelos por desperfectos técnicos y falta de condiciones de seguridad para el despegue o aterrizaje. No obstante Dietrich dijo en la audiencia que «Hoy viajar en avión cuesta mucho menos que viajar en auto y es mucho más seguro ya que no tiene riesgos de que una cubierta se rompa en el viaje». Y para defender el aeropuerto el ministro contó que «Una señora que vende tortas fritas, que lamentablemente no recuerdo el nombre, me dijo: quiero felicitarlo porque no tengo ninguna duda de que el aeropuerto va a mejorar la vida de todos los que viven acá». Con esos argumentos el gobierno nacional defiende sus iniciativas.

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