Por Rody Rodríguez ||
Hace poco menos de un mes, en esta misma sección hablábamos de los nuevos intendentes del peronismo, muchos de ellos integrantes de una renovada generación de políticos, que no pueden ser llamados Barones del Conurbano, ni tampoco son imberbes. Tienen la responsabilidad de gobernar y la necesidad de hacerse fuertes. Y decíamos que uno de los caminos para fortalecerse, es acercarse al Papa Francisco, no solo por el inmenso valor religioso que su figura representa, sino porque es una fuente de inspiración ideológica en el mundo.
Esos intendentes, Juan Zabaleta, Gustavo Menéndez, Gabriel Katopodis, entre otros, ya han dado señales claras de haber elegido ese camino, por ejemplo, el Pacto de San Antonio de Padua, con la firma de un documento inspirado en la encíclica Lautado Si que critica al capitalismo depredador. La visita al Vaticano y el encuentro con Francisco es otro ejemplo.
El vínculo de los integrantes de este nuevo peronismo con el Papa Francisco se da en el momento en que las relaciones entre la Iglesia Católica y el gobierno nacional pasan por una etapa más que ríspida. No es un secreto, alcanza con leer el duro documento de la Pastoral Social, poniendo el acento en el abrupto crecimiento de la pobreza o la homilía del Arzobispo Poli el 25 de mayo en la Catedral diciendo «La patria no comienza ni termina con nosotros, nos trasciende», que es casi el parafraseo del apotegma «La Patria es el otro», enarbolado por el gobierno anterior.
Si Margarita Barrientos no va a ver al Papa y Hebe de Bonafini sí; si Elisa Carrió califica al Vaticano de Unidad Básica y que Durán Barba diga que el Papa es un famoso con poco éxito político, es solo anecdótico.
Lo verdaderamente trascendente es que un grupo de dirigentes del conurbano tomen la decisión de encontrar respuestas políticas en quien hoy ejerce un liderazgo universal contra la globalización excluyente y el neoconservadurismo.