Falleció José Ángel Trelles, un cantor de barrio que encantó al mundo

Por Rody Rodríguez. Fotos: Raúl Coria.

A los 79 años, falleció en la madrugada de hoy, 10 de diciembre, José Ángel “Pepe” Trelles, cantante, actor, vecino de Hurlingham desde hace más de 30 años,  considerado una de las voces de más trascendentes de la música ciudadana de todos los tiempos. El recorrido artístico de Trelles es inmenso. Acompañó a Astor Piazzolla por todo el mundo. Y él mismo protagonizó shows en los principales escenarios, desde el Carnegie Hall de Nueva York hasta el teatro Carlos Marx en La Habana o el Memorial de São Paulo o el Teatro Colón en Buenos Aires. Llevó el tango a los 5 continentes, grabó más de 20 discos, ganó decenas de premios nacionales e internacionales. Protagonizó memorables temporadas teatrales haciendo durante casi cinco años El Diluvio que Viene y exitosas giras por Japón, Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica, Grecia y Hungría, entre otros, representando la ópera-tango María de Buenos Aires de Piazzola y Ferrer. También protagonizó la opereta Lo que me costó en amor de Laura, de Alejandro Dolina. En televisión brilló junto a Sandro en un programa musical que ganó un Martín Fierro. Participó de la inauguración del Centro Cultural Municipal de Hurlingham y de innumerables festivales solidarios en esta ciudad.

A modo de homenaje y para recordarlo, y hasta para conocerlo aún más, transcribimos una extenso reportaje que le realizáramos en El Ciudadano de Hurlingham, en junio de 2016, que coincidía con la salida de su disco “Hay que decir ahora”.

Esta es la entrevista completa:

-Tu nuevo disco se llama, “Hay que decir ahora” ¿a qué se debe el título?

-Y porque hay que decir justamente ahora. Nunca mejor, porque hay decir lo que se piensa. Hay que decir, porque lo que se calla se muere por dentro, muere peor que si se muriera de verdad.

Hay que decir, y decirlo bien fuerte. Otro tema del disco es “Vale la pena” que es un resumen de lo que yo creo que es la vida, vale la pena ser derecho, no coimear, no ser coimeado, si a alguien se puede dar una mano se la doy, que sirva para algo.

El disco ha sido eso, una especie de balance de lo que he vivido.

-Decís en una de tus nuevas canciones “hay que decir ahora que proliferan los cuervos”. ¿Es tan así?

-Es eso, son cuervos, porque comen carroña, comen lo que matan, ellos tiran bombas, el tarifazo, 150 mil  despedidos, ochocientos millones de pobres, y bum, se murieron, bueno ahora comen esa carroña, por eso son buitres que comen carroña.

Pero en el disco hay distintos temas. Es en sí una  especie de balance. Hay temas dedicado al tiempo que sé que sé me pianta, ya me queda menos. Hay un tema dedicado a mi mujer que tiene treinta y picos de años de aguante y de compañera de fierro, hay otro tema dedicado a Horacio Ferrer, otro a Rubén Juárez y estaban en vida cuando se los escribí, yo los hice y se los mostré.

-En el caso del Negro Juárez ¿qué te dijo cuando la escucho?

-El Negro Juárez me llamaba por teléfono y me hacía cantárselo a los amigos que escuchaban, y como no tenía música me hacía leérselo en altavoz y después me aplaudían los amigos que estaban con él, que yo no sabía ni quiénes eran, una locura.

El de Horacio hice primero el poema y se lo mande y le dije “te voy a mandar una cosa que escribí para vos Duende”, porque él es el Duende de Buenos Aires, y me pregunta “¿y la música?” y le contesto “es que no me amino” y me dijo “¿cómo?, ¿a tu papá le hiciste música y a mí no?”, “ok, esta semana está lista” le dije, y le puse la música. Esa la escuchó, se la pude cantar.

-¿No crees que está desapareciendo lo que se llama la “canción social”?

-Si, la canción profunda podemos decir, que canta verdades, que cuenta cosas profundas de la vida, para mí desapareció. Creo que Argentina entró en un ACV mental y cultural grande, muy grave y del que le va a costar salir, por lo menos por dos o tres generaciones más.

Lo que más lamento es las generaciones que se pierden cosas hermosísimas, cosas maravillosas de la música argentina, y por supuesto la identidad por sobretodo. Te imaginás que tiene más prensa Justin Bieber que Alberto Cortéz.

Una vez estando con Piazzolla en Colombia escuchamos a un tipo que cantaba una maravilla, y cuando terminó, lo fuimos a saludar y era el Puma Rodríguez, le dije “cantas fenómeno” y me contestó: “Hasta que no triunfe en Argentina no triunfás en América” y yo me asombré porque ya se había empezado a nivelar para abajo de una forma espantosa, faltaba sólo unos minutos para que apareciera “Entregá el marrón”, y esto no es pacatería, simplemente es objetividad, yo nunca pensé que en un país donde fue un éxito “Tu nombre me sabe a hierba” o “Callejero” pudiera ocurrir que alguien grabara “Entregá el marrón” y sea éxito. Casi pornógrafo era la cosa, a mi me resulta tristísimo, y yo no critico al éxito, porque el éxito es algo que no se discute, sucede y por algo sucede, la gente lo necesita, y viva el éxito, pero de ahí a borrar lo anterior, no sé, no lo entiendo.

Hubo un director en Canal 11  que le dijo a un amigo mío “Mientras yo sea director acá no quiero ni un tanguero ni un gaucho”. Yo me pregunto de que país son tipos como esos? Como los tipos que gobiernan este país que opinan que no tenés derecho a tener un auto, comer bien o hacer lo que te dé la gana, que solo ellos pueden tener cosas, que ellos tienen derecho a tener todo y vos no.  Yo recuerdo que Evita decía que las cosas se hacen con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes… Si Evita hubiera vivido 30 años más esto sería Australia.

Hoy yo noto una escasez terrible de dirigentes, sobre todo en el peronismo.

Yo hace 30 años que vivo en Hurlingham y me robaron 30 veces, a mi mujer le metieron un balazo en la pierna y el único político que se movió y nos ayudó fue Juan Zabaleta, no ahora, cuando era candidato. Estuvo a mi lado a los 10 minutos del hecho que mi mujer fue herida. Me acompañó del Posadas al Güemes y sólo se fue cuando dijeron que ella iba a estar bien

Ahora cuando voy por una calle y tengo que doblar porque la están arreglando me pongo contento. Yo lo escuché a Zabaleta decir “la política es la única forma con la que se puede ayudar a la gente” y la política es hacerle bien a la gente, eso lo decía Perón, eso decía mi viejo y eso lo digo yo toda la vida.

-Hablábamos del Negro Juárez y precisamente el  31 de mayo se cumplieron seis años de su partida, ¿qué recuerdos te trae?

-El Negro  fue el más grande artista que yo vi en mi vida, y yo recorrí el mundo de punta a punta, me falto sólo conocer China y la India. Lo vi a Sinatra en vivo, vi a Tony Benet, vi a Rafael, canté con tremendos artistas, pero yo nunca vi nada parecido al Negro Juárez. El  sólo con su bandoneón y un banquito para apoyar la pierna. Es el más grande artista que vi en mi vida, y además el compañero más querido, de una nobleza extrema, de un comportamiento enorme, frontal, franco, sincero, derecho, y eso me provoca un vacío muy grande.

La ida del Negro Juárez como la de Sandro a mi me han dejado un vacío muy grande, vacío de afecto en el laburo y me dejaron casi huérfano.

Yo tengo muchos amigos en el laburo a quienes quiero mucho pero lo que tenía con Juárez o con Sandro era muy profundo, no éramos amigos de la música, éramos amigos de la vida, de pensar parecido, de actuar parecido.

El Negro me ha llamado y me llevaba a hacer giras con él, tenía que armar la valija y salir, era un generador de laburo, además era un tipo gracioso, profesional, no sabía de la envidia… tipos como los que ya no hay más.

Además era un generador de laburo, yo por ejemplo si está flojo el laburo no me voy a poner a llamara a nadie, voy a cumplir cincuenta años de trabajo, o me llaman o no me llaman, el Negro no, él agarraba el teléfono y le partía la cabeza a cualquiera, le gastaba la mente y laburaba.

Carlos Gardel es el inventor, era Edison, los demás son sólo los electricistas, y el más grande de los electricistas se nos fue, que era Juárez. Ni cerca estamos los demás, no estamos ni a kilómetros luz de lo que era el Negro Juárez, de talento, de capacidad, de conocimiento musical, de tocar ese instrumento que es un diablo, de cantar, de frasear, de hacer lo que hacía que era imposible. A mí me decía Raúl Garello, el director de la orquesta de la Ciudad de Buenos Aires “a este tipo le faltan dos jugadores, no puede tener la cabeza bien un tipo que toque el bandoneón así y cante además”

Yo me compre un bandoneón y lo vendí, me mandó al psicólogo, porque yo leo música, soy músico hace años, pero no podía, no había forma, no podía, me pudo, así que le vendí el instrumento a un pibe que estudiaba conmigo, por lo mismo que lo pague. Por eso digo, ese instrumento te gana, entonces esos tipos eran talentosos para trabajar y para vivir.

Sandro era un tipo genial, y sin ningún problema económico, salvo a los comienzos, obvio, pero nunca tuvo un apremio económico, al contrario, siempre bien, pero el Negro era como cualquier mortal, a veces estaba en las malas, entonces ahí decía “sabés lo que tenemos que hacer, tenemos que hacer un asado, comer y tomar vino y charlar y tocar, si nos quedamos en casa amargados no ganamos nada”.

Acá en mi casa de Hurlingham ha hecho asados junto con sus chicos que jugaban en la pileta en verano, y te ponías a charlar con él y enseguida estabas imaginando un espectáculo con él arriba de algún escenario.

El Negro eras un toro,  salía a pelearle a la vida, así la vivió, se la comió a tarascones a la vida. Y no se te ocurra arrugar porque no te hablaba más. Con la ida del Negro el medio pierde un referente sólido, los pibes que empiezan no escuchan a Juárez, entonces los pibes que empiezan no tiene referentes, se va Sandro y los pibes que cantan melódico ¿a quién tienen?, ¿quién se sube a un escenario y produce, con pilchas, con sonidos y con buenos músicos? Es una vergüenza lo que se hace ahora. A mi hace veinte años Rubén Rada me dijo “Pepe si podes rájate porque acá se empezó a nivelar para abajo y no sé cuando termina”, me lo dijo hace veinte años el Negro Rada.

-De las camadas nuevas de cantantes de tango o melódico ¿no rescatas nada nuevo que te llame la atención?

-En la Argentina siempre va a ver gente que cante bien, siempre, gente que tiene buena pasta, buenos cantores y mujeres cantantes, pero el problema es que no hay espacios para ellos. Mirá, un pibe que canta melódico que es de Chivilcoy que estudia conmigo hace cuatro años, tiene ahora24, pero labura en cumpleaños y en casamientos, también otro chico que se llama Jesús Hidalgo.

Todo esto es tremendo, aparte estos crápulas que gobiernan el país hoy han vallado el camino de la cultura definitivamente, porque es justamente los que los voltea, el conocimiento real de tus referentes, eso los voltea, por eso sacan las computadoras a los pibes, por eso sacan las universidades nuevas, “¿para qué tantas Universidades?” dicen. Hoy en Hurlingham tenemos universidad gracias al Juanchi Zabaleta, a pesar de ellos. Ellos no quieren eso, “el ingeniero soy yo ustedes no pueden” piensan.

-Después de 50 años de una carrera que te permitió tocar con los más grandes artistas y de vivir de tu profesión ¿qué es lo que te motiva a seguir cantando?

-La música y mis compañeros. Sin mis compañeros no sería completo sin elaborar cosas juntos, sin pergeñar planes que por ahí no salen nunca pero que sirve para estar juntos.

Hemos discutido a muerte arreglos, armonías, esas cosas  pero siempre con un respeto y con un cariño, nunca se pasaron de la raya, nunca. A mis compañeros jamás los vi borrachos, a ninguno de todos los que trabajaron conmigo. En asados en mi casa se fueron a dormir a mi dormitorio porque estaban fusilados del vino que tomaron, pero a laburar borrachos ¡jamás!. Mis músicos antes de laburar toman gaseosa o agua, y después de tocar se toman un whisky y se van, a los sumo. Ojo, yo también impongo esa conducta, porque también me la impusieron, laburar con Piazzolla era trabajar en los granaderos.

–Hay artistas, cantantes que dicen yo tengo un éxito y me lo piden siempre y me rompe un poquito, porque siempre me piden lo mismo y me molesta cantar eso.  ¿Te pasa con “Balada para un loco”?, ¿o con un tema tuyo como “Las cosas por su nombre”?

–Mirá a mí me dijo Atahualpa Yupanki cuando yo tenía 22 años: “El artista que se crea más importante que el repertorio está perdido, cuando usted tenga tres o cuatro canciones que cuando las empiece a cantar la gente aplauda… usted va a ser un artista popular” . Y las canciones son como hijos, están en la carpeta como si estuvieran en casa, yo las cuido cuando se aja una hoja de música, la copia y hago otra y la pego, las cuido…es amor por el repertorio. “Balada para un loco…” ¿cuántas veces la querés? ¿cinco? Cinco la canto. Yo le debo la vida profesional y toda la música que pude aprender sea mucha o poca se lo debo a que ese repertorio me lo exigió también. No, no me molesta, al contrario, me jode si no me lo piden. “Sordos, qué les pasa? No se acuerdan?”.

 

SU HISTORIA CON PIAZZOLLA

–¿Cómo llegás al lado de Astor Piazzolla?

–Tuve la suerte de que Piazzolla estaba en la casa de mi maestro José Carli el día que yo canté por televisión, el escuchó y dijo “Este es el tipo”. No me digas que… o son cosas de Dios o de la casualidad, pero hay que estar en el momento justo, en el lugar justo…esto es suerte…

–¿Era en el programa de Pipo Mancera?

–No, era un programa de autores y compositores muy famosos  interpretados por tipos como yo, que no los conocía nadie. Yo estudiaba con este maestro José Carli que es el que dirije la orquesta y Piazzolla fue a cenar a la casa de él y le dijo mirá ahora hay un programa que canta un alumno mío. Me escuchó y dijo “Flaco, este es el hombre”. Fue en el año 69 y recién en el 75 me llamó. Al otro día lo ví en las oficinas de la RCA.  Yo estaba con el maestro Finkel que me dice que Piazzolla dijo que yo era la mejor voz del país. “Vení que te lo presento” me dice y le respondí que no. “Está loco maestro, no voy, me da miedo”. “Pero no seas boludoooo”, me dijo.  “No voy, no voy” (le dije), yo tenía terror, para mí Piazzolla era Mozart. Y cuando me iba de ahí, él venía caminando por un pasillo y me llamó “Che, Pibe” (y me dio un bife de esos que te aflojan las muelas y me dijo: “Te felicito, te vi ayer en lo de Pepe Carli cantás fenómeno… no te enviciés  eh? No tuerzas la jeta, seguí cantando así, algún día se va a dar. Y seis años después, en el 75, mandó una carta a ver si me interesaba cantar con él…

-¿Cómo fue la experiencia de trabajar y ser elegido como la voz de la orquesta de Astor Piazzolla?

-Fue enriquecedor en todos los aspectos. Tenía 30 años, a punto de colgar los guantes como cantante, no tenía laburo, no tenía nada. Y llego la carta del hombre, pero, la experiencia con Astor  fue enriquecedora artísticamente obviamente, pero en lo personal fue  algo maravilloso.

Siempre me di cuenta que el que estudia gana, el conocimiento es el arma más formidable que se pueda tener en la vida. Yo cantaba y  cantar forma parte de la música, tenés que ser músico entonces, porque vas a cantar un idioma, hay que cantar el idioma, hablar el idioma, leer el idioma sino estas lejos, eso le pasa algunos músicos que no saben música, ¿cómo hacés, te tenés que aprender de memoria las melodías?

Entonces cuando me llamo el viejo y mando los arreglos de lo que había que cantar casi me muero.

-¿Vos no sabías leer música a ese nivel?

-No, a ese nivel no, yo estudiaba pero leer eso era tremendo. El viejo no te mandaba las partituras con la voz solamente, te mandaba todo, con todos los arreglos que hacía en la orquesta, era muy difícil.

El hijo de Astor, Daniel Piazzolla que en ese entonces vivía acá, en Capital, me dijo “vos no te preocupes, vení a casa, yo te paso los temas, vos lo vas a entender, los vas a estudiar y los vas a prender”.

Si vos escuchás ese disco te aseguro que no podes creer que las cante, obvio que no las volví a cantar, pero de alguna manera yo empecé a avivarme que esas cosas eran pruebas, yo lo sospechaba y Daniel también, él me decía “mirá que mi viejo es jodido en esto, hacelo, no le digas que no”, yo obvio que no le iba a decir que no, ni loco, pero esto es intratable. Astor vino a los cuatro meses de haberme mandado las partituras, y yo ensayando cuatro meses, pero cuatro meses, todos los días, de Boulogne al Departamento de Capital, para ensayar los doce temas que me había mandado, dos en portugués, dos en italiano…

-¿Pero vos sabias portugués e italiano?

-Portugués me las rebuscaba porque había estado viviendo en Brasil un tiempo. Esto era en el año 75 y estábamos ensayando para hacer una gira por Brasil de tres meses. Con el tema en italiano, yo soy nieto de italianos, en mi casa se habla el italiano. Pero Astor estaba permanentemente impulsándote a crecer, provocándote para que vayas para a delante, para crecer.

-¿Cómo fue ese primer ensayo, tu primera presentación delante del maestro Piazzolla?

-Se hizo en el teatro Tabarís, yo llego, y miro eso, te imaginás los tipos que tocaban con Astor, era ver al equipo del resto del mundo.

Malvicino en guitarra; Cevasco en el bajo; Roizner, el zurdo Roizner, en la batería; Giacobbe en órgano; Cirigliano en el piano; Daniel Piazzolla en percusión; Antonio Agri en el violín y el monstruo en el bandoneón.

Yo más verde que una plaza, ahí, delante de ellos. Los temas me los sabía, y Astor me había mandado a estudiar con una alemana, Gerga Eistein, con la que estudié veinticuatro años, estudié hasta que se murió, gran maestra, gran persona, y yo ya hacía cuatro meses que estudiaba con ella, y llegue al primer ensayo y lo primero que veo es que no había micrófono, estaba todo sonorizado, pero no había micrófono para cantar, porque el sonidista pensaba que no ponía cantante Piazzolla, entonces Piazzolla me dice: “pibe vení”,  yo le digo “maestro no tengo micrófono”, y  me dice “no importa, cantáme en la orejita”, entonces la primera parte era con guitarra y ahí yo entro a tirar la alemana, todo lo que había aprendido con ella, con todos los tonos, ahí canto y de golpe se para, me llama y me dice y me pregunta  “Nene, vení, vos sabés porque te llame” y mientras lo miraba me dice “yo te escuché cantar y me paraste los pelitos, así que parame los pelitos de nuevo o te vas a tu casa. El  alemán sirve para cuidar el instrumento para cantar hay que poner los huevos”.

-Tremendo modo de empezar una relación…

-Así justamente empezó, y ese trato riguroso lo tuvo siempre, porque por otro lado era con el único que lo podía tener, porque no se lo iba a decir a Malvicino, porque se lo decía y ese se iba a la mierda, entonces con ¿quien se agarraba?, conmigo.

Y me dijo Malvicino, “vas a ser puching ball acá, van a ir todas para vos, preparáte, ponete un cabezal para aguantar”.

Pero después lo canté y le gustó, entonces hicimos esa gira a Brasil, era una época muy mala, cero laburo, era la época de los milicos, hicimos la gira con el octeto, volvimos  y él se fue a París.

Después de eso yo grabo un disco para la EMI, y grabo “El gordo triste”, que es un tema de él y Horacio Ferrer. En esa época no había ni mail ni nada y a los quince días de salir el disco me llama por teléfono, y me dice “Qué carajo hiciste con el Gordo Triste? Cómo me grabás El Gordo Triste en MI menor”

Me puteó y me preguntó  “¿Vas a venir a Cuba?” te imaginás que no le iba a decir que no. Y me contestó  “Ahí vas a cantar el Gordo triste… ya vas a ver”.

Un mes antes de ir a Cuba  nos  encontramos para preparar el repertorio con el quinteto ya, Ziegler, López Ruiz de guitarra, Suárez Paz de violín y Console en el bajo, y él, entonces vamos a ensayar y cuando veo El Gordo Triste me acerco, veo la partitura, y veo SOL menor, o sea, me subió un tono y medio, y pensaba acá me muero, y me dice: “escuchá el arreglo, escuchá la introducción, no lo cantes, mentalmente llévalo, a ver si lo entendés”.

El tempo estaba fenómeno, y después de terminar le pregunto porque pasamos el Gordo Triste, y me dice “porque yo quiero una sorpresa, ¿vos sabés quién es el gordo Pichuco?, el gordo Pichuco es el Che Guevara, entonces cuando vos vas a hablar del gordo, el teatro tiene que sentir que vas a nombrar a una inmensidad, por eso no podés arrancar en MI menor, tenés que arrancar con una nota que diga ¡por su pinta poética!, dame una sorpresita linda. Yo lo tengo grabado a esto, porque me lo regaló el técnico cubano, y yo empiezo “Por su pinta poeta…” y se escucha a Piazzolla atrás diciendo “yes pepito, yes…” eso está grabado, la voz de Piazzolla diciendo  eso.

Cuando terminamos, dejó el bandoneón a un costado vino y me abrazo y después siguió el show.

Después me di cuenta que el tipo vivía probándome, él te decía “ves que podés llegar hasta acá, bueno también podés llegar hasta acá”. Te corría el límite, vos aprendías cosas que te parecía imposible de aprender.

-Tendrás mil anécdotas con él…

-Obvio. El sabía cuando te daba una piedra, una cosa jodida él sabía perfectamente, un día voy a la casa a preparar una gira que hacíamos por Colombia, y me dice vamos a ver una cosa nueva, y saca una cosa que se llama Existir, que era una cosa larguísima, era un quilombo. Yo escuché eso y me pregunté quién carajo va a cantar esto, era imposible, un arreglo estrafalario, el único arreglo que nunca me gusto de él , era un quilombo.

Me decía llevate esto para estudiarlo, yo te lo grabo acá en el piano para que te lo lleves. Me llevo eso y voy corriendo a ver a la alemana, y le digo que esto es para la gira. Al día siguiente voy a la casa de Astor y cuando me abre la puerta le digo, “esto no va maestro, no lo puedo hacer”. Me miró con desprecio, me miró mal y me dice “mira pibe, la música es fácil o imposible, un cantante lírico para poder salir en una girita por dos o tres teatritos está tres años con un repertorio, vos sos un cantante popular, una canción por ahí la aprendés en una hora, dos horas, una semana, un año pero tiene que terminar siendo fácil, sino tenés que poner un kiosko, una verdulería o dedicarte a otra cosa, así que estudia porque lo vas a tener que cantar ahora”.

Teníamos tres meses de gira en Brasil, después tres meses entre Colombia, Perú, Ecuador y no me acuerdo por donde más. Llegamos a Brasil, prueba de sonido, número cuatro, tema  Existir, veo la partitura era una sábana, así de gigante, y dice “no es un quilombo, lo vemos mañana”.

Al día siguiente no había prueba de sonido, y dice lo mismo “Es un quilombo” y no hacemos el tema nuevamente, y así por toda la gira. En el último show en Belo Horizonte, anuncia  que el cuarto tema es Existir, yo a todo eso vivía cantando el tema, en el baño, cuando comía, todo el día, así tres meses, no hacía otra cosa que cantar Existir, no había otra cosa para mí. El tema duraba siete minutos, no repite letra, así que te imaginás que era un libro, pero yo me lo sabía todo. Entonces Suárez Paz le dice “ensayemos Astor porque quiero ver una cosa del violín”, y era todo trampa entre ellos para joderme a mí, y dice bueno vamos a ver como sale Existir, y yo empiezo con toda la letra, tararan, tararan, tararan, y terminé, puso el bandoneón en el suelo vino y me dio un abrazo, un beso y me grito al oído “Así se canta esto hijo de puta, hermoso está, hermoso”, entonces yo no sabía si reíme o llorar, y le pregunto “¿le puedo decir algo maestro?, es el único arreglo suyo que no me gusta, me molesta y no me deja cantar”, y me dice “tenés razón, es una mierda, vamos a hacer otro”. Yo enloquecí, me fui caminando y me grita “viste boludo, era fácil o imposible”. Obvio que todos los músicos cangándose de risa, porque eran cómplices, porque no se iba a cantar nunca, porque a él tampoco le gustaba el arreglo. El tema era probarme a mí.

En otra ocasión me da un tema que se llama Mi loco bandoneón, lo escuché en el piano, vi mi parte y lo canté, y le dije, yo no puedo cantar esto, es irrespirable, y de ahí corriendo a mi maestra otra vez, Gelda pone la parte del piano y después de ensayarlo me dice que es complicada la respiración pero me asegura que con el tiempo podía arreglarse. Pero el problema era que tenía que ir al día siguiente a la casa de Astor

Te imaginas que de ahí me fui a mi casa y no dormí, y ni lo vi, ni lo miré, nada, lo deje por ahí, vi televisión, películas, y pensaba que no lo iba a poder a hacer que iba a tener que dejar a Piazzolla.

Era un drama sin solución para mí, entonces a la mañana me pongo a verlo, y digo no, no puedo, no hay forma. Me voy a la casa de él, y cuando bajaba me abre la puerta, me da un beso y me dice “Hola flaquito, ¿cómo viene mi loco bandoneón?” y le digo “no, no viene maestro, es lo que no vendrá, que lo cante Cadorna, no se puede respirar cantándolo”, y me dice “no seas boludo, entrá”. Entramos y se sienta la piano, tenía un montón de partituras tiradas en el suelo y en el medio tenía Mi loco bandoneón. Empieza tocar el bandoneón y escucho cuando hace los descansos, y ahí me dice “cuando respira el bandoneón respirá vos, te sobra tiempo. ¿Entendés? Bárbaro ahora andá y ponele lo tuyo”

Esas cosas te demostraban que era un maestro, que era un monstruo.

-¿Y lo sigue siendo no?… pasa el tiempo y su obra -e incluyo sus trabajos con Horacio Ferrer- sigue siendo la vanguardia del tango más allá de ser obras hechas hace 30 años ¿Cuál es el secreto de esa vigencia y esa sensación permanente de estar frente a lo nuevo?

-Sí, es terrible. Ellos han sido una bisagra impresionante en la poesía y en la música de Buenos Aires. Con todo el respeto que merecen desde Gardel y Barbieri y Troilo y Expósito y Cobián y Cadícamo y Arolas y Bardi y autores nuevos que están escribiendo muy bien como José Ogivieki, Alejandro Szwjrman, gente que escribe mucho y bien, pero estos estaban totalmente zarpados y cuarenta años adelante y el reconocimiento hacía él es universal. No hay una orquesta de cámara en el mundo que no tenga música de Piazzolla, que no toque en los repertorios música de Piazzolla.

 

1 COMENTARIO

  1. Que hermosa nota!!… Sin apuros, buceando en la historia de este gran cantante popular con su gran maestro, Piazzolla… Llena de ricas anécdotas que nos dejan riquísimas enseñanzas…. Desde donde quieran que estén ambos, reciban mí eterno agradecimiento por el arte que nos regalaron y nos siguen regalando… Gracias al medio, por la cálidad de la nota…. Abrazo fraterno

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