Hurlingham danza por todos los barrios

Por Matías Benítez

matiasbeok@outlook.com

Las escuelas de Danzas son una marca registrada en Hurlingham. En todos los barrios siempre hay algún chico o chica que participa semanalmente en algún estudio cercano a su casa. Visitamos tres escuelas y charlamos con sus profes responsables Daniela Godoy de «Fitness & Danza» de William Morris; Antonela Espinoza de «Escuela de Danzas Antonela Espinoza» de Hurlingham y Melina Villanova de «Academia Anwar» en Villa Tesei.

Daniela Godoy tiene 29 años está al frente de «Fitness & Danza» en Poeta Risso y Villegas, local 4, William Morris. Antonela Espinoza, de 31 años tiene la «Escuela de Danzas» que lleva su nombre en  Bustamante 2416 en Hurlingham y Melina Villanova de 25 años es de «Academia Anwar» ubicada en Jufré 716, Villa Tesei.

Las tres profesoras charlaron sobre sus inicios en la danza, los primeros pasos al frente de sus estudios, sus evaluaciones de las clases virtuales y la vuelta a la presencialidad.

También se habló sobre el talento que hay en la ciudad, la rivalidad entre escuelas y los sueños artísticos de cada una.

Inicios en la danza

Desde muy chica, a Antonela Espinoza («Escuela de Danzas Antonela Espinoza») le gustaban diferentes artes y disciplinas: dibujo, patín y gimnasia artística, hasta que un día comenzó participar en una escuela de danzas cerca de la casa de una tía: a partir de ahí no paró más.

Algo similar sucedió en Melina Villanova («Academia Anwar»): siempre participó en clases de danza y en competencias y esa experiencia hace que hoy quiera transmitirla a los demás.

Por su parte, Daniela Godoy («Fitness & Danzas») recuerda que fue una de las tantas disciplinas que probó en el mundo de la danza, hasta que dijo: «Me quedo acá». Desde pequeñas comenzaron a bailar: Antonela y Daniela a los 9 años, Melina a los 6.

Las primeras clases

Les preguntamos además que recuerdos tienen de esas primeras clases en sus respectivos estudios, ya que era el comienzo de sus proyectos artísticos.

Melina Villanova rememora: «Recuerdo que tomaba dos colectivos, y una vez que llegaba me sentaba en el piso de la academia a esperar que lleguen las alumnas, hasta que un día comenzaron a venir. El primer año en la presentación del teatro llegamos con 4 alumnas para Juvenil y 5 o 6 de Reggaetón Kids. Al año siguiente llevamos más y al otro año muchas más. Pero fue así, desde abajo».

Por su parte, Antonela Espinoza habla de ese primer contacto que le abrió las puertas: «Yo comencé a dar clases gracias a una amiga llamada Daiana Benítez, quien nos contactó a mí y otra profe para que hagamos una especie de escuela en un gimnasio y ahí tuve mis primeras alumnas. Luego pasé a dar clases en un club y formamos un grupo más grande, eran en total 9 o 10. No abrí la escuela en busca de algo concreto, sino para poder darle las clases a ellas y no dejarlas en banda, ya que no tenía un lugar fijo».

Daniela Godoy lo recuerda con alegría: «¡Ay, los primeros alumnos! ¡Cómo costó todo!. Hasta el día de hoy se lo digo a los profes que recién empiezan que esto es remarla y remarla. Las primeras alumnas son las conocidas, primitas o las hijas de amigas que vienen a hacer el aguante hasta que de a poquito la gente te va conociendo y va confiando en uno. Gracias a Dios hoy tengo muchísima gente, pero recuerdo mis clases con 2 o 3 alumnos. Yo igual era feliz».

Antonela Espinoza

Danzar en tiempos de cuarentena

Acostumbradas a ver a los chicos y chicas todas las semanas y que de un día para el otro tengan que cerrar. ¿Cómo lo tomaron las profes? ¿Qué sintieron?

Melina Villanova dice: «Yo volvía de mis vacaciones y a la próxima semana tenía que arrancar con mis clases. Venía con todas las pilas y súper entusiasmada. No poder arrancar me dio mucho miedo, tenía muchos proyectos para cumplir profesionalmente ese año. Además, esa preocupación de no saber para donde salir corriendo por el tema económico. Fue muy difícil».

Daniela Godoy también cuenta como lo vivió: «No te voy a mentir que las primeras dos semanas fueron bueno, me relajo por estar trabajando todo un año seguido, ya que ese verano también había estado en la Colonia de vacaciones del Polideportivo. Y pasaban los días y las semanas y dijimos: ‘¡upa!, no nos estamos viendo’ (con las alumnas). Además, pensaba en el laburo ya que uno tiene que pagar el alquiler y otras cosas. Fue muy triste e inesperado. Lo sufrimos todos: alumnos, profes y padres».

Antonela Espinoza agrega el hecho perder el contacto con la actividad laboral: «Primero pensamos que eran 15 días y dije, bueno, me tomo un descanso ya que siempre ando a mil y disfruto de mi embarazo. Después esos días se volvieron un año y ahí si empecé a extrañar todo: trabajar, contestar mensajes, planear clases y muestras y estar al frente de la escuela como lo hacía todos los días».

Luego les preguntamos qué formas buscaron para que sus alumnos no desistan, cómo fue esa experiencia virtual y si, finalmente, las clases virtuales dejaron algunos resultados positivos.

Daniela cuenta que los chicos y chicas entendieron que era la única posibilidad de seguir adelante y que se adaptaron más rápido los alumnos que los profes. Respecto a la conectividad, repasa esos momentos donde la conexión se caía o la aplicación que a los 40 minutos se cerraba. Pero rescata resultados muy positivos: «Todavía sigo dando clases virtuales. Hoy en día tengo alumnos que me conocieron por la virtualidad».

Antonela agradece el tener un «team fuerte» y la unidad que hay en el grupo: «Hablamos y les compartimos que si no seguían tomando las clases virtuales había peligro de que la escuela cierre ya que no teníamos ningún tipo de ingreso económico. Tanto los padres como alumnos y alumnas estuvieron de acuerdo y así pudimos subsistir». En lo que refiere a las clases virtuales, para ella tienen su pro y su contra, siendo esto último el hecho de no poder explayarse mucho o lograr que las alumnas mas chicas puedan prestar atención. Por tal motivo aprovechó la virtualidad para dedicarse más a reforzar la técnica. Respecto a lo positivo, ella durante la pandemia inauguró una página web donde había que ingresar para luego acceder a las clases.

Melina cuenta que pasaron por todas las aplicaciones para dar las clases virtuales, siendo al principio clases tutoriales. Y agrega: «Fue muy difícil motivarlos, ya que algunos se aburrían o surgían problemas de conectividad». Pero más allá de eso, rescata que fueron positivas las clases ya que era una forma de volver a encontrarse con el grupo, aunque sea a través de la pantalla y eso les hizo muy bien.

Melina Villanova

Volver a la presencialidad

También les pedimos que expresen esas sensaciones al volver a las clases presenciales aún con los protocolos.

Antonela Espinoza expresa: «Es un alivio, y también el saber que subsistimos a la pandemia».

Por su parte, Melina Villanova dice que fue hermoso: «No nos podemos abrazar, pero volver a compartir el espacio físico es maravilloso».

Por último, Daniela Godoy expresa: «Estamos felices y súper agradecidos de estar trabajando».

Si bien quedan algunas semanas para que se termine el 2021, esto no las detiene para seguir adelante. Todas ellas ya están trabajando para sus respectivas muestras de fin de año. En relación a las competencias «Academia Anwar» participará de la «Competencia Nacional de Danzas», organizado por Flavio Mendoza.

«Escuela de Danzas Antonela Espinoza» hará una participación en Mar del Plata y en conjunto con «Fitness & Danzas» contaran con la presencia del bailarín y coreógrafo Emir Abdul Gani.

 

Talentos, Competencias y Realitys Shows

Les preguntamos a las chicas sobre los grandes talentos artísticos que hay en Hurlingham y si no les llama la atención la presencia de tantas escuelas de danzas.

Antonela Espinoza: «La verdad no me imaginaba la cantidad de talento que hay en Hurlingham y estoy muy contenta de que chicos y chicas puedan participar en las escuelas de la ciudad».

Daniela Godoy: «No tenés una idea del talento que hay, hasta los mismos padres se quedan sorprendidos cuando llevan a sus hijos y los ven en las clases».

Melina Villanova: «Hay muchísimo talento, los chicos y chicas hoy en día están súper estimulados con todo lo que la tecnología les ofrece y también con las actividades de la Dirección de Cultura del Municipio. Llegan a las clases re nivelados».

 

Y también les hicimos la pregunta obligada: «¿Hay mucha competencia entre escuelas?» Antonela habla de enfocarse en lo que hace uno: «Creo que nadie tiene que molestar al otro, sino enfocarse en lo propio. Yo personalmente no compito con nadie sino conmigo misma, y me esfuerzo por dar lo mejor. No creo que haya competencia, pero sí creo que tiene que haber respeto, por ejemplo, que no haya escuelas en la misma cuadra o no compartir profes con escuelas cercanas».

Melina responde algo similar: «Yo por el Hurlingham en Movimiento (competencia organizada por el Municipio de Hurlingham) que se hizo el año pasado pude estar más en contacto con colegas de la zona. En mi caso no vivo una competencia y no creo que alguien compita conmigo, creo q todos están enfocados en lo suyo».

Por su parte, Daniela agrega: «Si bien nos llevamos muy bien con varios colegas y luego de la pandemia como que nos unimos todos, no te voy a mentir que hay competencia como en todo rubro. «Pasa en todos lados, el que te dice que no, está mintiendo».

 

Y ya que hablamos de competencias, aprovechamos para preguntarles sus opiniones sobre los realitys shows que hay en la tele-visión donde se compite bailando: ¿Sirven como para que los estudiantes vean las técnicas y puesta en escena o están más basados en mostrar un show?

A Daniela le atraen muchísimo los realitys shows y da su opinión sobre el aprendizaje: «Si bien no es que vas a capacitarte un montón, la realidad es que si se aprende. Es un show obviamente, pero creo que lo que es la danza está súper presente»

Melina actualmente ya no mira esos programas por cuestiones de tiempo, pero su opinión es similar a la de Daniela en cuanto al aprendizaje: «Un poco y un poco, porque no deja de ser un show televisivo. Cuando lo miraba, siempre fui de enfocarme más en el arte»

Por su parte, Antonela añade que a los realitys shows los podes ver de dos maneras: «A nivel subjetivo es horrible porque se juega con los sentimientos de las personas que quieren estar ahí, y a veces te pisotean. Saca a la luz las miserias humanas que tiene cada uno y en ese sentido no está bueno. Pero si lo vez por el tema del baile y la técnica es muy rico, transmite y lleva conocimiento a la gente de ciertas disciplinas de la danza que después los chicos y chicas quieren bailar. En eso nos beneficia».

Por otro lado, ¿Les gustaría participar en un Bailando por un sueño? ¿Y cuál sería el rol?

Daniela: «A mí me encantaría, obvio. Pero no de jurado, sino en la pista así me enojo si me ponen un mal puntaje (se ríe). Pero ese lugar se lo dejaría más a mis alumnas o a mi hija que tiene 9 años y un talento muy grande»

Melina: «Me encantaría como coreógrafa, pero en los sueños más locos porque tengo otros proyectos que me gustaría cumplir».

Antonela: «Obviamente me gustaría, pero la realidad es que hay otras bailarinas que la rompen, yo no creo llegar ya que hay muchas de ellas que son esplendidas. Sí como coach, ya que me considero mejor coreógrafa que bailarina».

Melina, Antonela y Daniela también hablaron de sus sueños, de lo significa para ellas la danza y de los momentos más lindos que han vivido hasta aquí.

Como definen a la danza:

Melina: «Es todo, es un canal de expresión y libertad. A través del movimiento, cualquiera sea la música que está sonando, poder expresar nuestros ideales y sueños. Es un ida y vuelta de energías».

Antonela: «La danza empezó como un hobbie y después se convirtió en todo para mí. Es algo que no lo busqué ni soñé, entonces lo pude transitar de manera más tranquila. Todo lo que se me dio fue genuinamente, sin querer pasar por arriba a nadie».

Daniela: «La danza es vida. Es mi vida y es la de toda la gente que pasa por una clase».

Sus sueños

Melina: «Que la vida me de salud para hacer siempre esto que me gusta. Poder agrandar más mi espacio y también tener otra sede. También irme un poco para el lado del deporte».

Antonela: «Mi objetivo a largo plazo es comprarme un salón, es decir un terreno propio y poder dejar de alquilar. Tener mi propio espacio».

Daniela: «Es una pregunta difícil. Yo no lo llamaría sueño porque creo que todo se puede, pero una de las cosas es seguir creciendo y formar a muchísima gente. Y que el día de mañana mis alumnos se acuerden de mí, como yo me acuerdo de los que fueron mis profesores».

Daniela Godoy

Y Soñar presentándote con la escuela en…

Antonela: «Yo quería llegar a calle Corrientes y este año pudimos llegar con la escuela. También tuve el honor de poder llevar a los grupos más consolidados al programa El Universo de Lourdes. Pero tengo otro objetivo y es que mis alumnas lleguen a Showmatch».

Daniela: «Compitiendo siempre vamos a todos lados, pero cuando pase un poquito todo esto, vamos a ir a algún programa de televisión, como La Academia».

Melina: «No tengo una aspiración puntual, yo creo que la vida te va llevando a presentarte a diferentes escenarios. Pero lo más importante son las sensaciones que se viven».

Para terminar… ¿cuáles son los momentos que quedarán grabados para siempre sus corazones?

Antonela: «Yo guardo siempre en mi corazón los momentos en los que ganamos los primeros puestos en las competencias sin esperarlo. Nosotras vamos a competir y si no ganamos decimos que por lo menos lo dimos todo. Eso es mejor que decir que pudimos haber ganado si ensayábamos un poquito más. Escuchar tu nombre con el primer puesto general o el mayor puntaje son cosas que no me olvido más y los guardo para siempre en mi corazón».

Daniela: «Realmente todos los días de mi vida que paso con mis alumnos y alumnas van a quedar en mi corazón. Estoy súper agradecida por que me eligieron y también me acompañaron en todo el tiempo que no pudimos dar las clases presenciales».

Melina: «Sin duda la primera muestra de la Academia de fin de año en la que vi bailar a mis alumnas más chiquitas. Ver su energía y caritas de felicidad, el apoyo de sus familias y yo ahí al lado acompañándolas. Ese día me sentí tan feliz, sentí que todo el esfuerzo valió la pena».

 

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