Por Rody Rodríguez.
¿Cuál fue el peso de la comunidad escocesa en los orígenes de Hurlingham? Siempre se habla de los ingleses como la colectividad que le dio un perfil especial al centro de la ciudad, pero fue mucha la importancia de los que llegaron a Hurlingham desde Escocia, entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Música de gaitas, hombres ataviados con el kilt -la típica falda escocesa-, tomando scotch (preferentemente single malt) puede ser que haya sido una escena normal en el Hurlingham de hace más de un siglo. Naturalmente para los criollos, italianos y españoles, que eran mayoría en esos tiempos, no había diferencia entre escoceses, galeses o irlandeses, todos eran ingleses, y no solo los nacidos en Inglaterra.
Desde ese entonces se afirmó que Hurlingham tiene una fuerte influencia inglesa. La creación del Hurlingham Club en 1888, la instalación de la estación ferroviaria denominada como el club en 1890, que le dio el nombre de Hurlingham a toda la ciudad y que su avenida principal se llamara Eduardo VII, parece dar fundamento a esa creencia.
Sin embargo la influencia en Hurlingham de los escoceses fue mayúscula. De hecho muchos de los fundadores del Hurlingham Club son de ese origen, Robson, Campbell, Methven, Drysdale, Hume, todos empresarios de muchísimo poder económico fueron los principales aportantes para el proyecto de John Ravenscroft de hacer un club idéntico al ubicado en el barrio de Fulham, a orillas del río Támesis. Que la mayoría de ese poderoso grupo de personajes fueran escoceses no debe llamar la atención. Ya en 1826, el escritor inglés George Thomas Love, había destacado que en Buenos Aires «la mayoría de los comerciantes británicos son nativos de Escocia, proverbiales por su talento y actividad en el comercio».
Repasemos algunos de esos nombres de escoceses, vecinos «notables» de Hurlingham:
John Campbell (1843-1915) y Walter Dawson Campbell (1852-1933) son hermanos que nacieron en Glasgow, Escocia y llegaron a la Argentina en los años 70 del siglo XIX. Los hermanos se casaron con Rosemary y Maggie Robson, las hermanas de Hugh Scott Robson, el tambero de Hurlingham, hijo de escoceses, que vendió los terrenos para que se hiciera el Hurlingham Club.
Además de ser dueños de propiedades en Hurlingham, los Campbell tenían campos en la provincia de Buenos Aires. John Cambell fue el primer presidente del Hurlingham Club.
Los Drysdale forman parte del Clan Douglas, la familia más poderosa de Escocia durante siglos, De esa tradicional familia, en 1848 llegó a la Argentina John D. Drysdale (1833-1893) con su tío del mismo nombre y su primo Thomas Drysdale (1814-1890) originarios de Dunbar, una villa que se encuentra situada a 30 kilómetros de Edimburgo, la capital escocesa. En 1885 fundaron unas de las compañías comerciales de productos agrícolas más prestigiosas de aquel momento en América Latina. Tenían su sede central en la calle Perú 440 en pleno centro porteño y luego desarrollaron otras sucursales con agentes en todas las zonas agrícolas de importancia. La firma era licenciataria de Acme, Walter & Wood y la Moline Plow. Fueron el principal sostén económico de las publicaciones que editaba John Ravenscroft. Por ejemplo la revista deportiva pionera en la región, River Plate Sport and Pastime, tenía amplios espacios publicitarios de la firma Drysdale, en la portada y en la contratapa. John D. Drysdale (que fue presidente del Hurlingham Club entre 1889 y 1891) construyó una mansión sobre la actual Av. Jauretche, entre Riccheri y M. M, de Güemes, que luego fue propiedad del embajador Tomás Alberto Le Bretón. Los Drysdale son una familia relacionada a la fundación de muchísimas instituciones como el Banco Nación, Banco Provincia, Hospital Británico, Iglesia San Andrés, Iglesia Holy Trinity, el Automovil Club Argentino, la Sociedad Rural Argentina, entre otras, y directa o indirectamente de colonias agrícolas y lugares conocidos como Villa Adelina en el GBA (por Adelina Drysdale Munro); Winifreda, en La Pampa (por Winifred Maud Drys-dale); en los Partidos de Carlos Tejedor y Carlos Pellegrini en la provincia de Buenos Aires, etc.
Alexander Hume (1844-1911) este escocés llegado al país en 1868, fue uno de los inversores iniciales del Hurlingham Club. Junto a su hermano Washington Hume crearon en Buenos Aires en 1882 la empresa Hume Brothers. Sus sobrinos Albert y Bertram siguieron con la empresa llamada luego Hume Hermanos, con la que se dedicaron al tendido de miles de kilómetros de vías ferroviarias, la construcción de caminos y puentes, fábricas, estaciones ferroviarias y también la explotación de canteras.
Otro importante escocés en Hurlingham fue Michael Gibson Fortune (1856-1911) nacido en Elie and Earls-ferry, una localidad situada en el concejo de Fife, en Escocia. Fortune fue además de fundador del Hurlingham Club en 1888, pionero del Buenos Aires Lawn Tennis Club en 1892 y del Regatas Bella Vista en 1895. Fue también uno de los precursores del golf. La casa de Fortune es la finca que actualmente ocupa el Colegio San Fernando, sobre la calle Riccheri.
David Methven (1806-1837) nació en Dundee, Escocia. Es miembro de una de las familias escocesas más antiguas del país. Fue uno de los socios capitalistas del Hurlingham Club. En 1845 contrajo matrimonio con su coterránea Janet Grierson (tía de Cecilia Grierson, primera Doctora en medicina de nacionalidad argentina).
Methven tuvo campos en San José de Flores, en Salta y Córdoba, también el ingenio azucarero La Corona, en la ciudad tucumana de Concepción.
«I SMELL THE BLOOD OF AN ENGLISHMAN»
Como si fueran poco esos antecedentes, hay otro sello escocés en la historia de Hurlingham, y viene de la mano de Luca Prodan, el músico romano de raíces escocesas que llegó a Hurlingham en 1980 y lideró la banda Sumo, un hito en la historia del rock argentino.
«Si vos le decís inglés a un escocés en un pub, y salís del hospital antes de tres semanas es que tenés mucha suerte», así describió Luca Prodan la relación de ingleses y escoceses, en una entrevista radial cuando explicaba el contenido de Crua Chán, uno de los temas más emble-máticos de Sumo.
Luca, se formó en Gordonstoun School, un estricto colegio pupilo del norte de Escocia, donde fue compañero de Carlos (el actual rey de Inglaterra) y de Timmy McKern, su amigo hurlinguense.
Crua Chan es una verdadera reseña histórica, una canción inspirada en la batalla de Culloden de 1746 entre escoceses e ingleses. El nombre «Crua chan» proviene de «Ben Cruachán» montaña icónica en Argyll and Bute y también fue uno de los gritos de batalla del clan Cambell, añejos antepasados de los Cambell que llegaron a Hurlingham alrededor de 1870.
La abuela materna de Luca le había contado los cantos de los luchadores escoceses en el que se entonaba ese grito de batalla.
El tema de Sumo comienza con un tambor militar y un punteo de la guitarra de Ricardo Mollo que imita el sonar de las gaitas. Esa introducción es un clásico del cancionero popular de Escocia. Uno de sus párrafos de la canción dice «Singing ‘Fe-Fa-Fo-Fu!’ I smell the blood of a Englishman» (Cantando ‘Fe-Fa-Fo-Fu!’, Huelo la sangre de un inglés). Está inspirada en una escena de Rey Lear, la obra escrita en 1603 por Shakespeare, allí uno de los personajes dice: «Child Rowland to the dark tower came, his word was still ‘Fie, foh, and fum. I smell the blood of a British man’» (El niño Rowland llegó a la torre oscura, su palabra todavía era ‘Fie, foh, and fum’, huelo la sangre de un hombre británico’»
Nota publicada en EL CLÁSICO, edición de abril 2025