Opinión: «La lucha es de igual a igual contra uno mismo»

Por Gustavo M. Russo.

Resulta cómodo ponerse en opositor acérrimo, cuando un gobierno del Estado argentino es captado por una derecha conservadora que viene a restaurar lo peor de nuestro pasado. Entablada la situación, dentro del período democrático que se extiende desde el 10 de diciembre de 1983 y que fue protagonizado, especialmente, por tres gobiernos muy discutibles desde la ética política de sus actos, tal como fueron: el de Carlos Saúl Menem (1989-1999), el de Mauricio Macri (2015-2019) y el actual de Javier Milei.

Y lo fueron porque, en primer lugar, obtuvieron el poder, habiendo sido votados en elecciones libres, en segundo lugar, por haber llevado adelante una gestión en contra de los principales objetivos que tiene toda Nación soberana, como puede ser el destacarse para privilegiar a los intereses foráneos de las grandes corporaciones, con un fuerte guiño a lo concebido como relaciones carnales, con los Estados Unidos, sin importar el costo a futuro que produzca a la población, que se dice representar.

En el primero de los casos, el condicionamiento económico que se genera“detrás de la reforma del Estado”, es adhiriendoal Consenso de Washington, el cual queda como un destructivo antecedente a seguir. Y en los otros dos restantes, por ser una inferior fotocopia del primero. Eso sí, en los tres existe y existió el común denominador, de conducirse dentro de una mirada monárquica y, hasta tiránica, contra el pueblo republicano que los ungió. Basta con estos ejemplos de la historia democrática ycontemporánea para determinar lo fácil que es distinguir el bien del mal, el asunto es, cómo no volver a recaer en los mismos errores de ese pasado coartado, para el desarrollo humano.

Pero, aunque parezca mentira, la oposición todavía no encuentra hacer pie para salvar, al menos a una porción importante de sus representados. Y a esto quiero referirme enfáticamente.

La subestimación sobre los exponentes del conservadurismo argentino, juega un papel importante, ya que emerge de la arrogancia en los sectores progresistas que hoy se encuentran fragmentados en todas sus formas, incluso de maneras extrañas. Destaco, el alejamiento entre Cristina Fernández de Kirchner, flamante presidenta del Partido Justicialista, de Axel Kicillof, un lúcido gobernador Justicialista de la Provincia de Buenos Aires. Casi podemos decir, un ahijado político de la ex Presidenta de doble mandato cumplido y ex vicepresidenta, entre tantos otros cargos parlamentarios recorridos. Nadie intenta quitarle mérito a nadie, simplemente, poner las cuestiones sobre la mesa para poder analizar, problematizar y criticar constructivamente lo que correctamente corresponda. Algo que, desde hace mucho tiempo, no se está haciendo en la política argentina y, por ende, origina las consecuencias que se viven.

En verdad, causa estupor, el comportamiento del periodismo frente a la información. Naturalizando la polarización de la sociedad y corriendo detrás de las pautas publicitarias que trascienden. La objetividad está dedicada a hacer caja exclusivamente. Y esto es, tanto para quienes defienden lo indefendible de este gobierno, con una gestión horrible, desde donde se la mire, como desde quienes intentan oponerse, pero justificando ambiguamente, varios puntos del espectro económico, como es el caso de la baja de la inflación. “Lo grosero, quita lo valiente” y desgasta al cuarto poder.Ambas posiciones no son inocentes, necesitan del escándalo para sobrevivir por lo cual son operadores políticos necesarios para que se sostenga una sociedad calmada frente al abuso diario de Jueces, que no hacen justicia, senadores y diputados que juegan a dos puntas, dirigentes gremiales y sindicales que miran para el lado, contrario del que están los vulnerables, los jubilados, los estudiantes, los comerciantes, las Pymes. En una palabra, en donde se encuentra el pueblo trabajador, que no puede terminar de abastecerse de nada para desarrollar una vida común y, sin privilegios. La tristeza subjetiva que me envuelve, es la que me lleva a interpelarlos objetivamente.

Dentro de los errores propios y no forzados que produjo el Frente de Tod@s, con el renovado nombre de Unión por la Patria, hay que destacar aquellos que infieren directamente sobre el desempeño de la conducta actual. Y dejo clarificado, que las diferencias existentes, no son de carácter ideológico sino caprichoso. Clásica pelea por nombres y no por ideas.

Pregunto entonces: ¿No es mejor lograr un acuerdo político interno, en el cual la participación en la toma de decisiones sea de gran consenso? Ya que hablamos permanentemente de integración y de inclusión ¿no es mejor lograr una nueva estrategia de armado político? En el pasado, hubo errores de candidatos testimoniales o de otros puestos a dedos ¿no es mejor aclararle al electorado la transparencia de un listado de candidatos, que se adapte a los nuevos tiempos del neoliberalismo, que tanto decimos combatir? En todas las organizaciones, como instituciones educativas, como empresariales, se hace uso y se capacitaen el trabajo colaborativo o en lograr el trabajo en equipo, donde la discusión sana no signifique una postura de fragilidad. ¿No es mejor convertir en debate constructivo a aquello que nos separa? Y personalizándolo, en las dos figuras que tienen en vilo al peronismo. ¿Acaso no fue Cristina quien eligió a Axel para pelear la candidatura a la gobernación por considerarlo uno de los cuadros del peronismo experimentado y con mejor preparación para desempeñar la tarea, también por pertenecer a otra generación de dirigentes? O seguiremos escuchando, como en el caso de Alberto Fernández, que su elección para conformar la boleta, se debió al contexto de ese momento. Cristina, ¿considera que Axel Kicillof, no merece tener autonomía respectos a las decisiones a tomar dentro de la gestión de la provincia, llevando adelante una administración notable, con el gran recorte disciplinador presupuestario que se le hace desde el Ejecutivo Nacional? Es decir, ¿no es mejor tranquilizar, a quien es el principal exponente de una corriente progresista para que lleve adelante su tarea? Y pensando en la ciudadanía ¿a quién le gusta tener un gobernador que sea un títere para enfrentar a sus adversarios? ¿No lo perjudica respecto a su imagen? De no ser así: “Me pego un tiro con una palabra, que alguna vez me fue tan transparente”, cantaba Juan Carlos Baglietto.

Podría llenar la columna de preguntas que me hago, porque realmente las tengo. Solo siento, que la única salida de todo este infierno de neoliberalismo rancio, es un Frente Peronista unido y como columna vertebral de todo un arco progresista y “no mileista”, que lo acompañe. Es, con Cristina como conductora del movimiento político y social más importante de Latinoamérica y sin esmerilar la independencia y potestad de un Axel Kicillof que, con sus obras en la provincia, decide como protección, a sus válidos intereses, adelantar una elección provincial con cambios profundos, que de implementarse sin desdoblamiento podríaocasionar un caos social, que vería perjudicada toda su diligencia, tal como ocurrió en CABA con Horacio Rodríguez Larreta. Hay que aprender de los errores de los adversarios.

Si bien, todo lo expuesto puede ser debatible o discutible, lo que sí queda claro es que los bonaerenses, decididos a ponerle un tope a este gobierno, lo van a demostrar votando una, dos y tres veces de ser necesario. Mientras siguen las banalidades, entre bambalinas lamentablemente, la especulación financiera no tiene un límite. Sometiendo a la población a sulado oscuro y tenebroso, se le presenta como oposición, una resistencia frágil que hasta el momentolleva consigo, un relato corto y prejuicioso que saca lo peor y no ayuda a conformar un equipo competitivo. No nos divide el otro, nos dividen otros. Es por ello, que hay que recordar para el bien común, esa ley primera: “Si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera”, exclama a gritos en un instante así, el Martín Fierro de José Hernández.

No es momento para falsos protagonismos, ni para encontrar más desacuerdos, cuando los países centrales discuten por la injerencia de Donald Trump, el rectorado de un nuevo orden mundial y nosotros, aquí abajo, desde el sur de la tierra y con el hambre disponible, nos encontramos acéfalos por el desgobierno de la Libertad Avanza, preocupado por levantarle el cepo al dólar para que siga la fortuna tocando los bolsillos de sus amigos del poder.

Es imprescindible, interrogarnos como ciudadanos comprometidos y poner sobre la mesa de discusión, que quien detenta la posibilidad de darle a un gobierno procaz 57 mil millones de dólares y luego repetir la historia, otorgando a otro de igual características, una suma de 20 mil millones más, convierta al Fondo Monetario Internacional (F.M.I), en el principal Sponsor y aportante electoral de la recuperación conservadora neoliberal con la entrega, en memos de 9 años, de un total de 77 mil millones de dólares de capital. A lo que se le debería sumar otro tanto de 42 mil millones de dólares, en concepto de intereses, lo que generaría un endeudamiento atómico nuclear impagable de hasta el momento y, para dentro de los próximos años a devolver, una acumulación de casi 120 mil millones de dólares.Estimado a ojo de buen cubero.

Datos que pareciese no tenerse en cuenta, para la discusión de la interna, tal como se demostró ante la negociación con el Fondo, en aquellos tiempos difíciles de pandemia, guerra y sequía, donde lo prioritario fue el distanciamiento y el señalamiento y, sin eseverdadero debate inspirado en el constructivismo moderno, que se realice de frente a las controversias que sujetan a la ciudadanía. Hoy, registra la historia, que esa discusión no puede darse frente a un pueblo unido por la desgracia,que únicamente encuentra desesperanzas en sus representantes abatidos por la desilusión inesperada, que presenta la cruda realidad: “La lucha es de igual a igual contra uno mismo y eso es ganar”.

También tener presente, la experiencia que dejó Raúl Ricardo Alfonsín que siempre bregó por un Radicalismo orgánico que respondiera a la internacional socialista y que luego de su muerte, esa Unión Cívica Radical, pegó un giro inesperado hacia la derecha prejuiciosa y excluyente, entregando el partido a manos del ingeniero Mauricio Macri y originando una diáspora de sus principales cuadros. No debe ocurrir lo mismo con el Justicialismo, ya que debe ser la reserva de la construcción política y de la transformación social. Y esa tarea tiene que recaer en la conducción de Cristina Fernández de Kirchner, no olvidarlo.

Siempre recurro a la música nacional cuando busco un consuelo, aunque el mismo sea de tipo lapidario. Y es en “El témpano”, donde encuentro la inspiración de esta columna, tema que cantaba Baglietto, junto a Silvina Garré por aquellos años 1983 y 1984. Viene a bien recordarlo para las generaciones nuevas:

“Se cree más en los milagros a la hora del entierro”.Vivo para no perder”.

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